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06 noviembre, 2016

Casar de Burbia 2009, La Joya de la semana

Hace más de 7 años, un frío sábado por la mañana de invierno, nos recibía Isidro en su bodega Casar de Burbia en Carracedelo, León, corazón de la DO Bierzo. Recuerdo que esa fue nuestra primera “cata de valientes”, a pelo, directo de barrica, vinos sin maquillar ni filtrar ni estabilizados en botella… Probamos unas 20 barricas diferentes, de todos sus vinos… Experiencia fantástica que nunca terminaré de agradecer como debe ser.

Casar de Burbia elabora vinos para beber y disfrutar. Expresan la Mencía soleada y madura de esta zona como pocos. La crianza en madera está presente, siempre, en todos sus tintos, desde sus gamas más bajas. Pero con esto de las modas actuales, hay quienes critican ese exceso de madera. Hasta he discutido con algún bloguero en alguna ocasión por su desmesurada crítica hacia la bodega por el uso del roble nuevo en sus vinos.

En lo personal prefiero que la madera no se note tanto, pero la acepto y disfruto cuando está bien usada. Ya lo dije antes, Isidro hace vinos para beber, pero para vivir y permanecer. Busca un estilo francés, donde el producto gane con los años, que no sean de carreras cortas, vinos que no decaigan sino al contrario, que crezca sin parar. Todos sus tintos son y se portan así. Esa uva Mencía castigada por el justiciero sol del Bierzo madura tanto y tan sanamente que necesita roble para domarse y expresarse. No imagino esa uva (en ese lugar y con esas condiciones) expresando un carácter de vino atlántico. Por eso creo que Casar de Burbia logra lo que busca, vinos que gusten en el corto plazo, pero que maravillen con los años, y a mi humilde modo de ver, lo logra sobradamente.

Esta introducción era necesaria para poner en contexto la joya de la semana. Este CASAR DE BURBIA 2009 que compré en la vinoteca de mi amigo Rafa. Como conozco a Isidro y los vinos que hace y busca hacer, sabía que a pesar de ser la gama más baja de la bodega, ese tinto 100% envejecido unos 8 meses en barricas de roble tendría que estar tremendo… Ni siquiera fue una apuesta arriesgada, a esos vinos los elijo con los ojos cerrados. Obviamente no falló, y aunque algunos piensen que me paso con los adjetivos, digo que está soberbio, magnífico y me quedo tan ancho.




Los años le han sentado a las mil maravillas. En copa aún muestra un color rojo picota, con leves destellos rubí en los bordes. Limpio y brillante con gruesas y espesas lágrimas. Nariz intensa y muy compleja. Mixtura de frutos rojos maduros, mermeladas, especias (quizá clavo y pimienta negra), suaves mentolados, notas lácticas, humo y suaves destellos de vainilla. La boca está igual de buena. Limó todas sus aristas, suave y aterciopelado. Muy franco con lo que ofrece en su fase olfativa y con una vivacidad y frescura que le aporta esa acidez de la fruta madura que hacen que se pueda beber por litros. Final levemente dulzón de una madera que hizo su trabajo con los años y no le quitó ni un ápice a una fruta sostenida y perfectamente expresada. 
No le encontré ni un solo fallo. 

No sé cuántas botellas le quedarán a Rafa de este vino, pero me tendré que hacer con unas cuantas, porque por 10 € que es su valor (el de su tienda al menos) es un regalo que no voy, ni nadie debiera, dejar pasar. RPC Excelente ++++

Buena vida y buenos vinos,

Salute, Rumbovino.

6 años difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo responsable y moderado.

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