Hojeando
las páginas del Especial de Vinos de la Voz de Galicia, me llamó la
atención un título grande y en letras rojas que coronaba la
entrevista de ese número del especial del mes de setiembre del año
pasado “Creo en los blancos radicales, como mi Godello
naranja”. Fue
la primera noticia que tuve de aquel personaje de la región de
Valdeorras, que tenía un
buen par como
para
animarse
a hacer un vino
blanco
color naranja, y además
publicitarlo.
Y
venderlo!! Solo
un loco pensé en ese momento... pero
confieso que la mosca
me
quedó dando vueltas detrás de la oreja.
No
voy a adelantar lo que leí en la nota esa vez, además de aquel
llamativo y peculiar titular, porque sino me quedo sin letra para lo
que viene y me parece más interesante contarles lo que viví y bebí
en primera persona...
Pasaron
bastantes meses de aquel encuentro en
el
diario de Galicia, y
el destino quiso que un amigo común (benditos amigos del vino,
cuánto debo de agradecerles!) casi de casualidad me hablase
del
personaje
en cuestión.
Para
un friki
enofílico como yo, los conceptos
adjuntos
al vino tales como “vino
sin
DO”, “cepas tradicionales”, “orgánicos o naturales”,
“extremos y diferentes” o
“biodinámicos”
resultan
demasiado atractivos como para dejarlos pasar.
Solo una llamada
telefónica, de un tipo al que Nacho (el valiente
de la historia) jamás había ni sentido nombrar, bastó para
concretar una cita en su bodega al día siguiente. Eso ya es un
indicativo claro
de
la persona que hay detrás del vino. A mí, esos enólogos
que
se
andan por la vida subidos
a pedestales, con los que concretar
una cita es más difícil que quedar con el presidente de la nación
ya me quitan las ganas, no solo de conocerlos, sino hasta de beber
sus
vinos. Dicho esto, vamos al lío.
Quedamos
en Larouco, lugar donde se encuentra la bodega. Un pueblo en la
montaña de la provincia de Ourense,
que debe tener unos 500 habitantes. Especifico mejor. Quedamos
en el Bar de Larouco (es
que en España quedar en un bar es deporte nacional, lo comprobé al segundo día de pisar esta tierra).
Justo, casualidad, era
día
de Feria del Pulpo. Creo que no hubiese podido coincidir mejor,
porque si
uno
viene a Galicia tiene que comer el pulpo a la gallega que está
buenísimo, pero si lo consume en la “feira”
de un pueblo del interior es gloria bendita.
Apretón
de manos y a la bodega, solo a buscar vinos para
regar el manjar multidigital.
Probamos mientras
comemos
(yo no podía creer en tanta suerte). Agarró vinos, algunos sin
etiquetas, experimentos de su primera cosecha, otros nuevos y
otros
a punto de extinguirse del mercado. Volvimos
al bar... comenzamos a catar
(a
lo paisano) y
a charlar de sus vinos, los
viñedos (su pasión)
y su historia... Dos horas después, con la panza llena y el corazón
contento, fuimos a caminar
las viñas. No
nos quedó ni una por conocer...
Debo
empezar
diciendo que Nacho
está recién llegado al mundo
del vino, por
decirlo de alguna manera.
Comenzó
en
el año
2011
podando unas 200
cepas de la familia. Luego
aparecieron otras, de vecinos
y amigos que ya no las podían cuidar y
de a poquito fue creciendo….lo justo como para que la cosa no se
desmadre. Actualmente
trabaja casi 3 hectáreas, parcelas pequeñas salpicadas por acá y
allá. Arriba y abajo en el coche. “Esta
es nueva, la estoy recuperando, que vuelva a la vida luego
de muchos años de recibir químicos y
tratamientos sistémicos”.
Su
método
de trabajar
las viñas es ancestral y
natural.
Todo su trabajo se centra en el suelo. Un
suelo vivo es un viñedo vivo
(estoy totalmente de acuerdo con él). Sigue
las fases lunares y la biodinámica le pasa cerca, aunque aún no a
cabalgado demasiado en esta ciencia. Las revive con compostaje,
cubierta vegetal autóctona
donde es buena y sembrada
en invierno y conservada si
hace falta. Deja que las especies
compitan
entra sí,
que
las raíces
que perforen
y aireen
la tierra, que
las arañas
y chinches paseen
por
las hojas, en
definitiva que la viña viva y se funda con su entorno.
Los vecinos, adeptos a las modas y trabajo liviano de meter químicos
industriales,
aún
lo
miran extrañados.
Los
hongos, en un suelo equilibrado y sano, la tienen complicada. Pero
cuando aparecen, ortiga,
milenrama y cola de caballo en
infusión obran
verdaderas maravillas. Ocasionalmente si la lucha es dura, aplica
un
baño de polisulfuro cálcico (que
está permitido en ecológicos)
y
nada
más.
Los
suelos de
sus viñas,
como las
uvas, son variables y en ocasiones encontramos
mixturas
de granítico, arcillosos, arenas y pizarras. Su situación es
perfecta, porque están en la transición de
la Ribeira Sacra (más húmeda y complicada para una viticultura
orgánica, aunque se hace) y Valdeorras donde el clima más
seco y cálido, pero sin torrar las cepas, permite
una
mejor sanidad y perfecta maduración.
Cepas
viejas
de
Garnacha Tintorera, Mencía y Sumoll
(una variedad que estaba mezclada en la viña y fue identificada hace
muy poquito) son las uvas
tintas
que dominan sus fincas en
tanto que Palomino,
Dona Branca y Godello cierran la paleta cromática. Nacho ama sus
viñas, las mira, huele, pisa, toca y suda
todas las tardes de su vida (no concibe otra forma de hacer un vino y
no cree en los enólogos que hacen vinos en 20 lugares diferentes. Es
imprescindible conocer cada rincón del viñedo).
Pero
si le preguntan cuál prefiere, aunque le
cueste elegir, estoy
seguro que dirá EL TRANCADO, la viña legado
de
su abuela que trabajó desde muy joven. Cuando
ella cuidaba la viña, las cepas ya existían,
por lo que es
una incógnita que
edad tendrán.
Una joya de 70 u 80 años en la que conviven mayoritariamente
las Garnachas
con
Godello.
La finca de su abuela fue donde
comenzó el camino, sin embargo, quien puso el nombre al
proyecto fue
la finca
de
O PANDO. Casi
dos hectáreas
con predominio de Godello Vello
dispuesto en espaldera con
mas de 35 años (primeras
viñas
plantadas con
esta disposición de cultivo en la comarca de Valdeorras).
Los
paisanos,
poco creyentes en los milagros a esta altura de la vida,
le decían que no pierda tiempo, que esa finca ya
estaba
PERDIDA. Podríamos
decir que O PANDO fue el génesis de lo
que les estoy contando.
En
su bodega, pequeñita y lentamente restaurada, solo entra uva, madera
usada y barro.
No
utiliza levaduras industriales,
tiene
claro que solo
el
ADN del viñedo se embotella. Las fermentaciones a
veces son
largas, y
sufre más de la cuenta, pero hace pié de cuba en las viñas para
acelerar la fermentación, evitar oxidaciones y
favorecer la pronta producción de sulfuroso natural producto de la
propia fermentación.
Los tintos fermentan en vasija de barro (es
otra forma de acercarse a la tierra).
No se controla temperatura y los bazuqueos son los mínimos. Luego a
barricas de roble francés, muy usadas, hasta que el vino esté
listo. Cuando está listo? Cuando le parece... unos 10 meses más o
menos. Depende la uva y la barrica. Prueba
casi a diario.
Los
blancos previamente
se
maceran
72 hs con los hollejos (un estilo de vinificación tradicional
muy
utilizado en Italia. Su color naranja
viene de ahí), se prensan
y fermentan
en barricas abiertas. Luego, a
barricas usadas hasta que se haga el vino. Para evitar oxidaciones
durante la crianza se inventó un artilugio de plástico, con azúcar,
agua y levaduras que lo conecta con una manguerita
a la barrica para incorporar CO2. “Lo atamos con alambre”,
diríamos en Argentina. Efectivo y barato. No
corrige acidez (el tartárico ni en fotos), no utiliza sulfuroso
durante la fermentación y el mínimo al embotellar para evitar
problemas en el transporte. No aplica enzimas, ni hace
osmosis
inversa, ni trasiega, ni microoxigena. Como dije al principio. En la
bodega, solo entra uva, madera y barro (arcilla
si nos ponemos más finos)… y
sale vino, puro, honesto, serio.
LA PERDIDA |
Solo
por apuntar mis
impresiones
de 4 de los vinos que se pueden conseguir en el mercado, y más que
nada por no dejarlos con las ganas luego de tanta palabra (las
descripciones van en presente y en pasado).
Por
cierto, una aclaración. Sus
vinos no son sus vinos, son los
vinos
de sus viñas. “Nacho
solo intenta no cagarla”.
LA
PERDIDA Dona Branca 2014:
Atractivo
color
cobre, dorado. Nariz sutil, sobre todo manzana (sidra, me recordaba a
mi niñez) y notas muy particulares a nueces y avellanas. En boca
muestra acidez media-alta. Muy franco. Filoso. Manzanas rojas
frescas
y frutos secos. Final levemente amargo. 11,5% Vol de alcohol. Me
gustó, pero reconozco que no es para todos los paladares. Con
una ensaladita de atún rojo marinado o de bacalao y salmón ahumados
puede resultar incomparable!
LA
PERDIDA Godello 70% - Dona Branca 2014:
Mismo color, seña de identidad de los vinos de Nacho. Glicérico
(hay más grado, 13,5% Vol.). Aromas que enamoran, siempre susurros,
suaves. Hollejos, aromas de lagar. Miel, duraznos maduros y leves
balsámicos.
Boca
fresca (gran acidez), filosa, pero hay más volumen y complejidad.
Notas de
pomelo rosado,
manzanas (las mismas de antes), nuevamente frutos secos, peras en
almibar, rasgos a tierra fresca. Cambió constantemente durante toda
la comida, va
ganando con el aire hasta que se acaba la botella.
Me encantó. Al igual que su hermano anterior, no es para todos los
paladares, sobre todo aquellos que están acostumbrados a los blancos
industriales (casi impolutos), pero a mí me emocionó.
El
otro día, hace muy poquito, lo probamos acompañando una carne de
ternera a las brasas y acompañó a las mil maravillas. Casi como un
tinto aguantó esa comida sin inmutarse. Mi consejo es beberlo apenas
refrescado… Puro disfrute.
LA
PERDIDA Garnacha Tintorera 70% - Mencía 2014:
Rojo sangre venosa (con tintes violáceos) brillante, glicérico,
limpio. Buff...la nariz me recordaba a todo y a su vez a nada en un
vino tradicional. Más intensidad que en los blancos, pero siguen
siendo suaves, como caricias. Ciruela negra (inconfundible),
especias, y
sobre todo notas minerales (piedras, arcilla, tierra húmeda). Es
voluminoso, llena la boca, pero ya estaba
casi pulido (solo llevaba 1 mes en la botella). Franco con su
expresión aromática. Siguen las ciruelas negras integradas con las
notas minerales, matizadas con una acidez justa para equilibrar y
refrescar. Para beber por litros. Con
el pulpo se comporta de vicio.
LA
PERDIDA Garnacha Tintorera 70% - Sumoll 2014: Primer
año que hace este vino (la 2013 no la llevaba). Le gustó tanto esta
uva del Penedés que decidió hacer un corte
nuevo con
ella.
Hay quien dice que es la Pinot Noir de Catalunya. Sigue una línea
muy similar al anterior, tanto en color como en aromas, pero en este
caso dominan las notas florales y las
mieles.
En boca entra más suave y con
algo más de acidez. Tiene quizá una línea un
poco
más femenina (si me permiten la expresión). Llevaba
más tiempo embotellado, y estaba
más hecho. Por
lo demás, mismo estilo y resultado. Vino de artesano, fiel a su
tierra y que se bebe por litros. Más aplausos.
Leyendo
el libro de Vinos
Naturales en
España,
que escribió nuestro ciber-amigo Joan Gómez Pallarés encontré una
explicación
perfecta para describir
los vinos de LA PERDIDA. Ante la pregunta ¿a
qué huelen y saben los vinos naturales?, la
respuesta es sencilla. Si
está bien hecho, da igual de dónde sea, el vino natural huele y
sabe a
vino. Y
así son los de Nacho. Saben
a vino, sin historias raras.
Un
camino directo al
viñedo,
al
respeto por la tierra,
las tradiciones más antiguas,
a lo natural. Cuando uno bebe esos vinos, difícilmente
pueda
dejar de hacerlo.
Gracias
por leernos,
Perdona
la demora Nacho.
Salutes,
Rumbovino.
Recuerdo que en febrero me comentaste que ibas a buscar el vino... al final lo encontraste, y a Nacho y sus viñas... Me alegro de que te hayan gustado!!!
ResponderEliminarEfectivamente Bernardo, tu lo has dicho... No solo que lo busqué sino que lo encontré!! Eso es lo que hacen los amigos del vino.
EliminarGracias por el dato y por pasarte por rumbo... Abrazo y salutes!
Hola amigos!!!!
ResponderEliminarEstoy seguro que existen miles de historias como éstas. El hombre que se conecta con su tierra, con sus viñedos y que elige un camino.
Nacho parece haber elegido el camino largo y sinuoso, pero al fin de cuentas el que seguramente le da felicidad, tal vez eso sea de lo que va la vida, buscar y elegir lo que nos hace felices.
Gracias por contarnos este tipo de historias que no abundan en los blogs ni en las revistas, pero que estoy seguro que debe haber miles.
Me queda preguntar el rango de precio de los vinos que has probado???
Abrazo y saludos!!!
Hola Ariel...un gusto leer tus comentarios como siempre.
EliminarCompartimos con vos eso de que el camino que eligió Nacho, al igual que muchos otros como él, es el más complicado y arriesgado. Sin embargo es el más auténtico y enorgullecedor que cualquier viticultor pueda seguir. Porque, quién dijo que la vida fácil?
Con respecto al precio de los vinos, todos cuestan lo mismo en vinoteca. Sobre los 15 o 16 euros.
Un fuerte abrazo salutes!