Estoy seguro que
esta es una de esas notas en la que no le voy a revelar nada nuevo a
nadie. Es más, es un post que llega algo tarde y a destiempo. Hace
rato que debería haberlo escrito… quizá el año pasado cuando
destapamos ese GORVIA dedicado a Rumbovino por José Luis Mateo, que
Daniel Marín nos regalo el día que nos conocimos…
Qué voy a contar yo
de ese hombre, que no se haya dicho antes y que no suene a arquetipo.
Lamentablemente no lo conozco en persona, pero como habla a través
de sus vinos es como si lo conociese de siempre. Lo imagino serio, de
pocas palabras, trabajador incansable, meticuloso y sobre todo
honesto. No sé si estaré muy lejos de la realidad (dejo esto para
que lo valoren sus íntimos). Pero eso es lo que puedo descubrir cada
vez que pruebo alguna de sus etiquetas… honestidad, seriedad y
trabajo en partes iguales. No hay nada raro en sus caldos, nunca les
sobra nada, pero tampoco les falta… Podríamos decirles vinos
perfectos. Pero como la perfección no existe, elijo términos
vinófilos como “equilibrados” “auténticos” y otro menos
profesional, casi de cancha de fútbol, pero que me encanta como
“vinazos” para describirlos.
Quien me obligó a
pagar mi deuda con José Luis fue su ALANDA TINTO 2012, mixtura
compuesta principalmente por Bastardo y Mencía. Se trata de su
etiqueta más básica, y
en teoría más simple, pero
que desde el vamos muestra el mensaje claro de lo que este viticultor
quiere contarnos a través de sus vinos. Dejar
en evidencia, pura y exclusivamente, la expresión del terruño
gallego. Sin más… Tampoco
descubro nada nuevo si digo que para mí un viticultor debe
manifestarse desde sus líneas de batalla, de las más numerosas, y
no de la
élite.
Desde el llano es desde
donde
se
muestra
la
verdadera
casta de hacedor de vinos.
Y en este caso, hay abolengo
de sobra.
Color rojo rubí de
capa media, glicérico, fluido. Nada de exageraciones ni densidades
sin sentido.
Nariz limpia,
profunda, perfumes a flores (rosas), notas de hierbabuena y
eucaliptus, especias de cocina, quizá laurel y orégano. Robles
usados que se intuyen debajo, acompañan silenciosos y dan riqueza.
Boca de frescura
exquisita, fruta roja fina y bien franco a lo expresado en nariz…
Paso por boca fluido, pero cargado de sabor, vibrante y complejo
dentro de su sencillez arrasadora. Un tinto para beber por litros. El
mejor ejemplo es que la botella se terminó sin que nos diésemos
cuenta…
Podría escribir
más, pero no tendría mucho sentido… creo que ya está todo dicho.
Qué les parece?
Gracias por leernos
amigos,
Salutes, Rumbovino.
Difundiendo la
cultura del vino y en favor del consumo responsable
Hola Rumboamigos, que lindo leer que estan probando estas cosas por allí. Coincido que un viticultor debe expresarse desde sus lineas bases, por filosofía considero que el hacedor de vinos es un trabajador y que no puede olvidarse que su vino podría el mismo pagarlo con una pequeña parte de su jornal, pero son ideas mias, cada quien le pone el precio que quiere a lo que produce.
ResponderEliminarSaludos y gracias por traernos estas etiquetas!!!!
Total y absolutamente de acuerdo querido amigo...
ResponderEliminarOjalá algún día pudieses probar los vinos de José Luis...Estoy seguro que son de tu estilo. Fieles a su terruño y sin historias raras....
Abrazo grande y salutes!