… No hace muchos días recordé ese vino gracias a Facebook y decidí localizarlo. Me contacté con ellos y hablamos por teléfono un largo rato. Como siempre decimos, y en definitiva es una verdad contrastada, cada vino lleva detrás una historia y esta es la de Eighteen 18.
Giuliano Gallo (grado superior de Enología y actualmente cursando enología) y su hermano Matías (enología), ambos uruguayos de nacimiento llevan más de media vida en España. Hijos de enólogo, me contaron que se impregnaron del mundo del vino desde muy pequeños, en su Uruguay natal y por tradición familiar. Una vez en España, viviendo en pleno corazón del parque Arribes de Duero, con apenas 18 y 19 años y mucho coraje, decidieron elaborar su primer vino en lugar de vender la excelente uva de la cosecha 2010.
Su idea fue hacer un producto que hable sobre su relación con la viticultura desde la infancia, que exprese ese paraíso natural que es Arribes a través de sus uvas autóctonas, que tenga longevidad y sobre todas las cosas que contagie alegría y felicidad a quien lo beba…
Si bien no conozco -de momento- la zona de Arribes de Duero, leí sobre ella y escuché sobre ella. Allí gran parte de los viñedos se disponen sobre suelos pobres, productos de la descomposición de rocas graníticas, con muy poca materia orgánica, dispuestos en pendientes (10 a 30%) y bancales con escasa superficie horizontal. Esta geografía obliga a los viticultores a trabajar duro, realizar el laboreo íntegramente a pulmón y de manera artesanal. Las condiciones climáticas excepcionales tipo mediterráneas hacen que la sanidad del viñedo sea óptima, por lo que con un buen cuidado y dedicación -que es lo que estos chicos han venido haciendo con sus vides- obtener un producto de alta calidad y prácticamente ecológico está garantizado.
Los viñedos donde nacen las frutas que dan vida a Eighteen 18 son muy antiguos, localizados a unos 700 metros de altitud y están trabajados con sumo respeto por el medio ambiente (no se aplican pesticidas, ni herbicidas, solo realizan laboreos de tierra y curas con azufre si es necesario).
Me contó Giuliano que la variedad Juan García da vinos de poco color y graduación, tiene muy buen cuerpo, buena estructura y buena acidez. Por su parte la Rufete, de cultivo extremadamente delicado y baja producción, es aromática, aporta frescura y sutileza aparte de toques más violáceos y oscuros que realzan a Juan García.
Su primer vino no podía ser un vino pequeño. Querían hacer algo grande, un tinto que crezca y envejezca con ellos. Por eso, para lograr longevidad enfriaron la capa superior de las uvas (despalilladas pero no estrujadas) con nieve carbónica para evitar oxidaciones y maceraron durante tres semanas en toneles de madera de mil litros. Necesitaban mayor riqueza polifenólica que acompañen el vino durante su crecimiento.
La juventud no necesariamente viene atada a la ignorancia. Sabían que una buena uva era importante para hacer un buen vino, pero tenían muy claro que eso no era todo y que los detalles y la paciencia también jugaban un rol importante en esto de elaborar un buen caldo. Por ello seleccionaron barricas de roble Francés de grano fino confeccionadas por un tonelero artesano Portugués para que envejezca durante 14 meses y luego le dieron un merecido descanso de más de un año en botella antes de despertarlo y darlo a conocer al mundo.
Esta es la historia de Eighteen 18 más o menos, contada por sus creadores. Yo solo transcribí sus palabras con ciertas interpretaciones y agregados personales que creo fueron así…
Color rojo picota, con leves tonos rubí que comienzan a dar cuenta de su edad. Brillante, limpio y de lágrimas gruesas y caída torpe. Nariz fantástica, un poco remolona al principio pero luego, con un poquito de aire, se manifiesta en plenitud e invita a no quitar jamás la “napia” de la copa. Expresa una mixtura exquisita entre mermeladas, frutas negras maduras, especias como la canela, clavo y pimienta, junto a los tostados del buen roble. De fondo, notas mentoladas y a eucalipto aportan complejidad para completar el abanico de aromas. En boca al igual que su fase aromática va de menor a mayor y mejora siempre. Es muy interesante porque dista mucho de ser un vino pesado y goloso. Su perfil es más directo, de paso ágil, con notas muy fieles a su fase aromática y taninos redondos y maduros. Sabroso, con frescura y rico. Para beber sin cansarse.
Me gustó muchísimo este eighteen. Tiene un gran presente y creo que tendrá un gran futuro para quien quiera o pueda esperarlo un tiempo más.
Su primer vino fue a los 18 y se llamó Eightenn. ¿Se vendrá el Twenty Five 25? Lo esperamos ansiosos si es así…
En un país donde la gente joven parece que cada vez más se aleja del vino, hay brotes revolucionarios que se oponen a esto y además de fomentar su consumo, se atreven a elaborarlo. Por este camino creo que vamos bien…
Buena vida y buenos vinos,
Salutes, Rumbovino.
Durante 6 años difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo moderado y responsable.
Durante 6 años difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo moderado y responsable.
Andrés, qué linda y curiosa historia. Y qué bueno que los jóvenes sigan disfrutando y acercadonsé al vino. Salú! Ojalá pueda conseguir alguno por acá... Abrazo!
ResponderEliminarHola Nico, gracias por pasarte y dejar tu comentario... Desde ya que es curiosa, y desde ya que tengo una botella para llevar a Argentina en mi próximo viaje para que la disfrutemos en lo de Musu.
EliminarAbrazo grande y salute!