Este
espacio va de historias, y de eso tratan estas líneas. La idea es
simple, hablar de aquella gente ligada al vino que nos hace felices.
Es que no entiendo cómo se puede beber un vino que no transmita
felicidad.
Y por
esos intríngulis del camino anda Bruno Lovelle, sintiéndose feliz y
transmitiendo lo mismo con sus vinos desde un rincón de la Ribeira
Sacra Lucence, en una bodega que no es más grande que mi piso. Es
joven, solo 28 años, y lleva elaborando vinos desde los 20. Pero al
hablar con él despliega esa sabiduría que solo dan los años y no
la lectura. Quizá sea el desparpajo y seguridad que da la juventud.
Vaya uno a saber.
Aprendió
de su abuelo y con su abuelo. Desde pequeño a trabajar la viña, a
ensuciarse y transpirar con el sol a plomo sobre el lomo, o a helarse
en el pleno invierno gallego cuando había que podar. Los comienzos
nunca son sencillos, y esta no es la excepción. Porque el vino le
empezó a gustar de a poco, al principio no lo emocionaba mucho que
digamos. Pero el amor surgió como debería ser siempre, fraguándose
lentamente, hasta hacerse cierto y duradero. Esos son los amores que
tienen buen destino...
Luego se
puso a hacer vinos, y desde el principio tuvo claro lo que quería
hacer. Caldos que representen lo mejor de la Ribeira Sacra del Sil y
del Miño, pero sin estar atado a las Denominaciones de Origen que a
veces encorcetan demasiado. Quería ser libre, crear sus vinos, jugar
y disfrutar haciéndolos.
Por eso
me gustó la palabra “laboratorio” en el título de la nota, creo
que refleja muy bien lo que Bruno hace en su bodega. También podría
haber usado la definición de alquimista, porque crear vinos sin
dudas es alquimia.
No conté
bien cuántos vinos diferentes caté aquella tarde que lo visité.
Quizá fueron 8 o 10... de tanques, de barrica, de botella, uno mejor
que otro, se los aseguro.
Solo
elabora tintos y juega con las cepas, las expresiones, las regiones,
los sabores y las maderas. Hace vinos jóvenes y viejos (perdón por
la palabra, pero cuadraba bien en el texto), con uvas de riberas
cercanas y lejanas. En sus caldos conviven la Mencía, con la
Garnacha tintorera, la Tempranillo, la Tinta de Toro y la Syrah a las
mil maravillas... Confluyen la Ribeira Sacra, con el Bierzo, La
Rioja, Toro y el Duero sin desbordar ni una sola gota. Armonizan a la
perfección la finura de Galicia con el poder de Castilla León...
Por eso, quizá, ahora me entiendan cuando utilicé las palabras
alquimia o laboratorio.
Les
cuento sobre él porque me vi reflejado en su persona y su hacer. De
haber sido enólogo, y no veterinario, estoy seguro que hubiese sido
así. Hacer vinos de esa manera, al menos para mí, es parte de la
creación, del arte que tiene y nos permite manipular esta mágica
bebida...
El vino
se hace en el viñedo. Totalmente de acuerdo. A veces no hace falta
más que una uva querida y bien cuidada para que un jugo sea
excepcional. Pero otras veces una buena uva requiere de buena
compañía para expresarse mejor y desarrollarse en plenitud; saber y
entender eso es muy difícil, quizá lo más difícil que demanda el
arte de la vitivinicultura. Y que un “pibe” de tan solo 28
años sea capaz de interpretar las uvas y las regiones como lo hace
Bruno, me emociona. Llámenme nostálgico si quieren.
Cosas
del vino y de la vida... que vamos a hacer.
Gracias por leernos,
Salutes, Rumbovino.
Difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo responsable y moderado.
* Nota escrita (y publicada) para el número 4 de la Revista de Vinos Argentinos. VINARQUÍA (http://issuu.com/vinarquia/docs/vinarquia_nro_4)
Hace un par de semanas leia acerca de ese Mencía que hacía Bruno y que bien describían en aquella nota.
ResponderEliminarAyer leí esta misma nota en la revista de Vinarquía y me dieron ganas de de probar esos tintos. Me imagino que debe ser toda una experiencia poder ver de cerca como un joven interpreta y trata de amalgamar en botella todo por lo que es atravesado culturalmente.
Felicitaciones por la experiencia y por contarlo de manera tan noble!!!
Esperamos noticias de Bruno en las próximas décadas!!!
Saludos!!!
La verdad Ariel es que emociona que esta gente joven y talentosa decida dedicar su vida al vino...y que su trabajo pueda ser disfrutado por los que gustamos de esta bebida. La cosa es simple... honestidad, trabajo y atrevimiento.
EliminarGracias por estar siempre ahí y a lo mejor, podamos probar alguno de estos vinos alguna vez juntos.
Abrazo y salutes!