Si mi
madre me viese así, ya me imagino lo que me diría... Dos semanas en
casa tras la cirugía, un poco tirado al abandono de los aspectos
fenotípicos necesarios para la vida en sociedad. La barba larga, el
pelo sin peinar y los "gayumbos" cortados a modo de ventanita
por delante para no tapar la incisión quirúrgica, hacen de mí un
espectáculo poco frecuente y hasta diría cómico. Aunque reconozco
cierta comodidad y relax en esta etapa, que como otras, seguro pasará
pronto... Hoy comentaba a un amigo por correo que si algo estoy
sacando de bueno de estos días de ocio obligado es la posibilidad de
leer, mucho y bueno, de lo que más me gusta... Me encanta leer sobre
lo que me gusta. A quién no? Y cuánto me molesta no tener tiempo de
hacerlo con el trajín del trabajo diario. A muchos de ustedes les
sonará moneda corriente seguramente.
Me puse
a devorar libros (y webs) de vinos. Para ser más correcto, de
cultura del vino. Sobre los viñedos y sus labores, de biodinámica,
de elaboraciones orgánicas y de lo que el amor y el respeto por la
tierra y el entorno pueden hacer en un producto tan agradecido como
el vino. Porque convengamos una cosa, pocos productos “comestibles”
son tan agradecidos como el mágico fermento. Mira que algunos ya no
saben más qué echarle al pobre para hacerlo más atractivo al
público. Y aún así, se las arregla como puede para mantener su
esencia intacta. Mucho he leído estos días sobre el asunto (y estoy
recién empezando)... Quizá VINOS NATURALES EN ESPAÑA de Joan Gómez
Pallarés fue quién abrió la rendija de la ventana donde me colé
definitivamente. Si no te gusta el vino, probablemente tampoco estés
leyendo esto, pero si es así, te recomiendo leer su blog, porque
seguro comenzará a gustarte.
Hace ya
bastante tiempo que llevo escribiendo sobre el noble brebaje. De
aficionado nomas. Primero desde Argentina, luego desde España (más
Galicia que otra cosa) y en estos casi 5 años en los que decidimos
con Noemí ponerle nombre a un blog, mis gustos de vinos han ido
cambiando, como dice la canción del chileno Julio Numhauser, maravillosamente interpretada por la “negra” Mercedes
Sosa. Todo
cambia, y los gustos en el vino también.
Pero lo
más maravilloso de este proceso es que esos cambios, paulatinos y
lógicos me atrevería a decir, sucedieron por maduración, a base de
conocer viñedos, de hablar con viticultores, de ensuciarme en la
viña, de probar y probar vinos, diferentes estilos que fueron de a
poco ganando mi paladar y mi corazón.
Nada
tuvieron que ver las modas en este cambio, sino no sería real, pero
reconozco también que la moda actual que demanda un vino más
natural sí que ayudó, porque hoy por hoy es más “sencillo”
encontrar esas etiquetas que antes se antojaban casi imposibles y
pocos querían hacer. Los bodegueros que ante todo tienen una empresa
que mantener, tuvieron que dar una vuelta de timón necesaria y
obligada (no sé si están convencidos o no del vino que están
haciendo ahora, pero lo hacen) para poder readaptar sus productos y
eso trajo consigo más y mejores opciones para elegir. Pero no es por
ahí por donde quiero ir... Vuelvo al lugar donde quedé.
Mis
gustos fueron cambiando desde aquellos comienzos y creo que lo
seguirán haciendo (es lo esperable), pero como soy una persona que
siempre estoy buscándole explicación a todas las cosas (acá mi
formación científica juega un papel importante, no lo puedo negar),
confieso que este cambio me generaba intriga.
Dicen
que sobre gustos no hay nada escrito, y estoy de acuerdo, y que en
tema de vinos hay un abanico de gustos tan amplio como etiquetas hay
en el mercado. Pero siempre me pregunté qué hace que a algunas
personas les guste un tipo de vinos (o lo que sea) y a otras les
guste otra diferente. Alguna explicación tiene que haber, eso no
ocurre por casualidad o azar, creo yo.
Sin
dudas tenemos algo dentro nuestro, íntimo, que lo determina. Algo,
independientemente de las ramificaciones de nuestras neuronas, que
hace que decidamos inconscientemente qué cosa nos gusta más que
otra. Pienso también que quizá tenga que ver con las experiencias
personales que transitamos a lo largo de nuestra vida. Lo difícil es
saber el porqué de esos gustos.
Y en
esos menesteres andaba hasta que me tocó hacer sofá durante un
tiempo y me topé con estos libros, y con la posibilidad cierta de,
además de poder leerlos, asimilarlos, masticarlos, digerirlos e
incorporarlos a las moléculas más pequeñas de mi ADN. En las
explicaciones de algunos expertos y otros más autodidáctas, pero
con muchos libros y experiencias en sus espaldas, encontré en parte
la respuesta al porqué mis gustos por los vinos han ido cambiando
hacia lo natural, puro y verdadero que es la expresión de un paisaje
encerrado en líquido. Sin maquillajes ni correcciones, sin ataduras
y sin complejos, respetuosos de su tierra y costumbres. A veces menos
redondos, golosos, y explosivos, pero infinitamente más
emocionantes.
Encontré
una explicación a ese porqué y tiene que ver con mi vida hasta
ahora, y del amor por los paisajes y la naturaleza que mi vieja,
apasionada eterna de la Patagonia andina, me inculcó a lo largo de
toda mi vida. Sin siquiera beber una gota de vino nunca, fue quien me
hizo ser como soy, y estoy seguro que a pesar de mi desaliñado
temporal, estará orgullosa de verme y sentirme así.
A tu
salud,
Gracias
por leernos,
Salutes.
Rumbovino
Difundiendo
la cultura del vino y en favor del consumo responsable y moderado.
MARAVILLOSO !!!! Hay muchas palabras que comparto y mi simpleza no me perrnite expresarlas tan bien como vos lo haces. El vino, como las personas y los paisajes, debe ser lo mas natural posible, eso los hace únicos y valiosos.
ResponderEliminarAbrazo Patagónico
Muchísimas gracias querido Fabián!!
EliminarSon esas notas que te salen del alma... que empezamos a escribir y las palabras casi se expresan solas.
Un fuerte abrazo desde Lugo y sabés que te esperamos en Galicia cuando gustes!
Salutes...
Andrés,
ResponderEliminarespero que estés bien de tu operación y te recuperes pronto.
El vino es cultura y nosotros también somos cultura, así que algo de eso debe armonizar al momento de beber una copa.
Abrazo!
Muchas gracias Ariel!
EliminarEstoy de acuerdo con vos 100%, sin embargo eso es algo que uno empieza a descubrir poco a poco. Una cosa es saber la teoría y la otra es sentirlo realmente así... Estoy seguro que la inmensa mayoría de la gente que bebe vinos, no bebe cultura. Eso no quiere decir que sea malo, solo que es algo que se debe lograr... De esa manera el vino se disfruta distinto y mucho más (o menos).
Abrazo grande y salutes!
Alguna vez escribí un cuento que habla un poco de tu sentimiento, intentaré buscarlo y publicarlo si es que al releerlo me convence ;)
ResponderEliminarMe alegro que puedas reflexionar de esta manera tan profunda, habla de ti de una manera tal como describes los vinos que te llegan.
Es natural cambiar con el tiempo, entender es otra cosa y dar ese paso otra completamente distinta. Has tomado el camino largo y sinuoso, pero con el mejor paisaje.
Felicitaciones por lo escrito y por el sentimiento!
Salud!!!
Qué buenas palabras y cuánto las agradezco Ariel!
EliminarEs verdad lo que dices con respecto al camino que he elegido, pero estoy seguro, más allá de lo poético, que es el más honesto y puro que se puede tomar en un mundo lleno engaños y de rutas que conducen a ningún lado.
Me gustaría leer tu cuento... lo espero en la web.
Un fuerte abrazo y sabes que en Galicia estamos para cuando gustes.
Salutes!
Saludos desde Argentina!!
ResponderEliminarEl gusto siempre evoluciona, el tema es hacia dónde, no?
Hay que alimentar los sentidos y la mente con todo lo posible y uno después saca conclusiones y apuntala el gusto de momento.
Por lo que me parece que es muy importante ser amplio y bajar los prejuicios.
Lo único feo es que llegue el momento en que se tenga que añorar lo pasado porque la actualidad defraude.
Abrazo grande!
Hola Adrián!!!
EliminarQué buena frase final... Aunque, bueno, puede suceder que lo nuevo defraude. Ya ves que muy lejos no hemos estado de eso, no?. Igualmente, comparto absolutamente todo lo que comentaste.
Un fuerte abrazo desde Galicia (tu tierra)!
Salutes amigo!