Un blog de vinos por aficionados, para aficionados. Mas que un blog, nuestro cuaderno de notas.



29 junio, 2020

31 de julio de 2010, casi 10 años

Falta casi un mes para cumplir los 10 años del blog... No sabemos cómo los vamos a festejar, pero en breve nos contactaremos con algunos amigos para que, si pueden y quieren, participen de este día tan especial...

Si bien nos registramos en blogger el 22 de julio de 2010, fue el día 31 cuando publicamos la primera entrada oficial, nuestro primer vino en Rumbovino, el primero de las casi 600 entradas a día de hoy... Así que el viernes 31 de julio de 2020, festejaremos nuestros primeros 10 años!

Esta fue la primera entrada... mucho hemos cambiado, mucho hemos aprendido, mucho nos queda por aprender...




Durante este mes que queda por delante iremos retomando notas qué, de alguna manera, han definido nuestro RUMBO...

Gracias por estar,

Salutes,

Rumbovino + natural

Casi 10 años comunicando el vino. En favor del consumo moderado y responsable.


12 junio, 2020

Naturales de Alicante

Sin lugar a duda, la tan esperada desescalada ha impactado de lleno en mis ratos “libres” dedicados al blog. Aunque si bien es cierto que, en estos meses de confinamiento, no he dejado de trabajar porque los veterinarios, necesarios, pero poco o nada valorados en este circo de la pandemia, seguimos casi con normalidad; sí disponía de algo más de tiempo para escribir. Pero... si bien no escribo, sigo probando y probando a buen ritmo.

Esta semana he sacado unos ratos para comentar algunos vinos diferentes, de tres proyectos muy interesantes que he conocido por las redes sociales.

Los tres se encuentran en Alicante, casi al otro extremo de Galicia, donde vivo y bebo; una región que casi no conozco y de la que prácticamente no había probado sus vinos. Así que, motivado tanto por la filosofía de cada uno de los proyectos (microbodegas, vinificaciones artesanales, vinos naturales, viticultura respetuosa y poco o nada intervencionista), como por la curiosidad de probar variedades de uva poco habituales para mí, como la Giró, Monastrell, Moscatel o Merseguera, me contacté con Manu Guardiola Viticultor, Aida y Luis, y con Mar e Ignacio para pedirles algunas botellas, qué obviamente pagué, y que obviamente fui bebiendo estos días, aunque no he terminado de probar todas.

Antes de seguir quiero dejar escrita esta declaración:

Me encantan los pequeños proyectos vinícolas porque los viticultores (muchos de ellos con estudios en enología, otros solo unos valientes) son gente llana y simple. Personas normales, no semidioses a los que hay que rendir pleitesía tras su paso como sucede con mucho enólogo que anda suelto por este mundo. Los viticultores anónimos trabajan como nadie, generalmente de sol a sol, y aun así se hacen un tiempo para atender a quienes los consultan por los medios que sean, y dedican un rato, del que muchas veces carecen, para explicar sus vinos y agradecer que te hayas interesado en ellos, aun sin siquiera saber si les vas a comprar o no. ¡Señores, esto es extraordinario! ¡Sepan que los aficionados al vino se los agradecemos infinitamente! A ver si algunos siguen el ejemplo...

Dicho lo anterior, y con la intención de no ir acumulando deudas conmigo mismo (siempre me obligo escribir sobre los vinos o proyectos que me gustan y empiezo a retrasar mis propios pagos), decidí ir comentando alguno de los que he ido catando de cada uno de ellos.

 

Comenzamos con  LA ZAFRA VINOS

Viñedos autóctonos de la zona

Mar e Ignacio llevan adelante este proyecto desde hace pocos años, en Monóvar (Provincia de Alicante) del que a modo de introducción copio su propia presentación:

“Empezamos con 1 hectárea de viña de la variedad Monastrell, autóctona de la zona, cultivada de forma sostenible, en secano y podada en vaso (tradicional), y llevamos dos años recuperando otras dos hectáreas de la familia, que estaban a punto de perderse.

Elaboramos nuestro vino natural en una pequeña microbodega, con la mínima intervención: sin sustancias químicas, ni correctores, ni sulfitos añadidos”

Para mí, con leer esto es suficiente para querer probar sus vinos. Pero si además ves las fotos de los viñedos que trabajan, ya no hay vuelta atrás. Probé el NU tinto 2018 (100% Monastrell), el NU VA 2018 y el NU Rosado 2018. Los tres me gustaron mucho, pero quiero destacar uno especialmente porque me sorprendió por su elegancia y suavidad.

NU VA 2018

 


Vino tinto natural y artesano compuesto por diferentes variedades antiguas que actualmente apenas se cultivan. Su elaboración es muy simple: las uvas se maceran durante 6 días con sus hollejos. Inicio de fermentación en depósitos de 300 litros, a 20º durante 30 días. Mínima intervención en bodega. Sin químicos ni levaduras comerciales. No contiene sulfitos añadidos. No se filtra ni clarifica. Solo se elaboraron 292 botellas en el 2018, por lo que estamos hablando de un vino casi exclusivo.

El resultado es un tinto de capa baja, brillante y buena lágrima. Nariz de mediana intensidad donde destacan las notas, casi perfumes, a fruta roja y flores.  En boca es ligero con un marcado carácter frutado, aunque no es de esos tintos con fruta desbordante, sino más bien equilibradas con notas herbáceas e incluso terrosas. Sobre todo, destaca por su suavidad y elegancia, poco habituales en vinos naturales o artesanales, que suelen tener más tendencia a la rusticidad. ¡Me gustó muchísimo!

Creo que esta añada ya está agotada. Así que mi consejo es que no se despisten con la 2019 si quieren hacerse con alguna botella de las pocas que estarán disponibles (creo que aún no ha salido).


Seguimos con, MANU GUARDIOLA VITICULTOR

Los muros de piedras son lo que ilustran la etiqueta de sus vinos

Vitivinicultor de la Marina Alta (NE de la provincia de Alicante) con una larga historia familiar en la producción de vino. Su padre y antepasados ya elaboraban vino para autoconsumo desde varias generaciones atrás, como era la costumbre en la comarca. Recientemente ha decidido dar un paso adelante y emprender su nuevo proyecto.

“Nuestra filosofía de trabajo es ser respetuosos con la naturaleza y el medio ambiente, por eso trabajamos todas las parcelas en ecológico, es decir, en la manera tradicional de cultivar la viña.  Nuestras parcelas están llenas de vida, tratamos de cuidar la fauna auxiliar que nos ayudará a tener un equilibrio en nuestro entorno y de este modo facilitar que nuestras uvas estén sanas a la hora de vendimia.

Fermentamos los vinos con levaduras autóctonas, no añadimos ningún tipo de aditivo excepto un poco de sulfitos, ni filtramos ni clarificamos. De este modo intentamos que el vino que vamos a beber sea la máxima expresión de la uva que cultivamos en el campo. Es mi forma de traer alegría y felicidad al mundo. Espero que disfrutéis de mis vinos”.

Elabora tres vinos en su pequeña bodega familiar situada en el centro del pueblo de Xaló. Un tinto (mezcla de Giro, Monastrell, Syrah, Merlot y Merseguera), un blanco (Moscatel seco y Merseguera) y un rosado (Giro, Monastrell y Merseguera). He probado dos de ellos, solo me queda el tinto, y la verdad es que no sabría cuál destacar porque ambos estaban realmente buenos. Me incliné por el rosado, porque está dentro de esos escasos vinos rosados que no solo buscan calmar la sed.

ELS MARGES ROSAT 2017


Vino Rosado compuesto por un 70% de Giró, 25% de Monastrell y 5% de Merseguera. Se realiza una primera vendimia de los racimos más grandes, apretados y frescos. La uva se despalilla y va directamente a la prensa vertical. Posteriormente se pasa a depósito a baja temperatura para hacer un ligero desfangado a las 24 h. Las levaduras autóctonas del campo y de la bodega son las encargadas de llevar a cabo la fermentación alcohólica. Se controla la temperatura y al final de fermentación se sube para que se quede seco y se trasiega, separando las levaduras gordas de los finas. Permanece en tanques de acero inoxidable durante 12 meses con movimiento de lías finas buscando dar más estructura al vino.

El resultado es un vino rosado anti-rosado. ¿Qué quiero decir con esto? Que se trata de un vino color rosado intenso, brillante y glicérico, pero con alma de tinto. En boca es graso, untuoso, voluminoso, con estructura, con sabores dominantes de fruta roja madura (no pasificada), herbales y con mucha frescura para equilibrar su paso por boca. Se puede comer acompañando un asado a la parrilla o un chuletón que ni se inmuta.

No piensen en un rosadito fresquito de verano, que podría funcionar perfectamente si es esto lo que buscan, pero piensen en un vino más serio y complejo, con un potencial de guarda de un par de años como mínimo. ¡Un señor rosado!

 

Finalizamos con, AIDA Y LUIS

¿Quien no se bebería un vino elaborado con las uvas de esta viña?


Es un proyecto vitivinícola de reciente creación (2018) ubicado en Xaló, en la Marina Alta, donde elaboran vinos artesanales de las variedades autóctonas de la zona: Moscatel y Giró.

“Nuestra filosofía es la de elaborar vinos que reflejen la identidad de la Marina Alta. Para ello, elaboramos vinos mono-varietales de variedades autóctonas buscando los microclimas más idóneos para cada variedad y cada elaboración. Vinos de mínima intervención donde la uva sea la protagonista. Nuestros vinos están elaborados en pequeños lotes muy cuidados, fermentando cada micro-viña por separado y dejando que las fermentaciones arranquen solas con la propia levadura del viñedo, sin la realización de un pie de cuba para conseguir la máxima expresión y singularidad de cada parcela. No filtramos, no clarificamos, no estabilizamos...”

Por cuestiones de tiempo (no me alcanza el fin de semana para catar todo lo que tengo guardado) solo llegué a probar el tinto. Con eso me alcanzó, y me sobró, para querer escribir sobre este proyecto y este vino. Es más, lo hubiese hecho sin probarlo porque de un viñedo tan espectacular, como el que ven en la foto debajo, tiene que surgir un vino de igual calibre. Al final la cosa es más simple de lo que muchos piensan. Si el vino no está demasiado “maquillado” será un fiel reflejo de la tierra que lo parió. ¡Así de fácil!

 

MABOI 2018


Elaborado artesanalmente con 100% de uva Giró, procedente de una parcela en la Sierra de Bernia, un paisaje protegido, a 620 msnm (uno de los viñedos más altos de la comarca) y a tan solo 6 km en línea recta del mar. Un viñedo muy especial  con suelos arcillosos  y con mucha piedra. Se fermentan los racimos enteros, con raspón y levaduras naturales. Maduración de 8 meses en depósitos, sin clarificar, filtrar ni estabilizar. Solo paisaje embotellado.

Aida y Luis definen su MABOI 2018 como un vino elegante, ligero, sabroso, muy frutal en boca con aromas a monte bajo, frutos rojos, un toque de brea... Estoy de acuerdo, a pesar de no reconocer la “brea” que tampoco me cambia mucho la cata.

Dejando de lado el entusiasmo que siento cuando pruebo un vino como este, debo decir que me pareció un tinto extraordinario. Nunca imaginé que un vino, mucho menos un tinto, de esta región de España podría tener tanta frescura. Sobrio, mineral, fruta roja, especias, notas mentoladas... Los taninos aún están levemente rugosos, pero no molestan en absoluto. ¡Un espectáculo!

Otro puntazo para destacar es la etiqueta ilustrada por Jaume Mora, inspirada en azulejos pintados a mano típicos de la zona de xaló, instrumentos e indumentaria regional sobre personajes carismáticos. SI lo de dentro es muy bueno, lo de fuera también.

Bueno, lo voy dejando por aquí de momento, en otro post les contaré más cosas... En lo personal seguiré apostando por estos proyectos y estos vinos, son el presente y el futuro, no tengo dudas de eso.

Salute,

Rumbovino, cada día más natural.

Casi 10 años comunicando el vino. En favor del consumo moderado y responsable.

03 mayo, 2020

Naturalmente, Daniel V. Ramos

Si algo bueno, entre comillas, puedo sacar de esta crisis pandémica que nos toca vivir es que he retomado el blog, que nunca abandoné del todo, pero lo tenía un poco dejado. Lo demás, sinceramente, es para olvidar... 


En lo que a gustos enológicos se refiere, quienes leen Rumbovino sabrán que llevo varios años bastante inclinado hacia el mundo de los “vinos naturales”, cosa que cada día me resulta más sencilla ya que las opciones al momento de elegir se han multiplicado este último tiempo. También es verdad que dentro de la palabra natural, que cada día vende más, se incluyen innumerables vinos diferentes, algunos más merecidos que otros. Personalmente como aún no tengo muy claro del todo lo que implica esta definición (pueden repasar la nota que escribí hace un tiempo ¿Al final qué es un vino natural?), y como nadie me ha aclarado el asunto hasta el momento, tras un tiempo en desuso la he vuelto a utilizar para hablar de los vinos que cumplen un requisito similar a lo que debería ser un vino natural (al menos para mi forma de entenderlos). 

Expuesto lo anterior, necesario para mi tranquilidad y evitar conflictos estériles, dentro de mi “definición de vinos naturales” incluyo los que elabora Daniel V. Ramos en la Sierra de Gredos (¡zona cuyos vinos cada día me gustan más!). Enólogo australiano, criado en Madrid, al que descubrí virtualmente el año pasado a través de una imagen en Instagram de uno de sus vinos, Kπ Rosé de la añada 2012, acompañada de una frase que decía algo así como ¿el mejor rosado de España? Obviamente no me iba a quedar con la duda, ni del vino, ni de su autor. Investigué un poco más, me gustó lo que leí en relación con su filosofía de trabajo y le pedí algunas botellas para probar y conocer de más cerca sus productos... Este año volví a pedirle algunas cosas. Entre el año pasado, y este, me he hecho una idea más clara y considero que es momento de dedicarle un post en el blog. 

Vaya por delante que para Daniel no es ningún mérito que, sin menospreciarnos,  Rumbovino publique un escrito sobre sus vinos. Pero los que nos siguen saben que no hago publinotas y solo me gusta escribir sobre los proyectos que me motivan, en los que me reconozco de alguna manera, así que un pequeño mérito, al menos para mí, sí que tiene. 

Una de estas fotos fue tomada de blogriojaalavesa.eus/daniel-ramos


Daniel V. Ramos, y agregaría a Pepi San Juan, llevan varios años trabajando la viña en la Sierra de Gredos, elaborando y defendiendo un estilo de vinos con el que me siento bastante identificado (no estoy hablando de las cualidades de un vino, estoy hablando de filosofía y forma de entender la viticultura y su elaboración, recuperando viejas costumbres y sabores olvidados). Para escribir esta nota le pedí que me contara un poco sobre algunos de estos conceptos. Los transcribo casi tal cual, para no desvirtuar ni un ápice su mensaje, y para que, quienes aún no los conozcan tengan la oportunidad de hacerlo, y lo hagan por sus palabras y no por las mías. 

“En esta zona de Gredos, nos encontramos hace años, concretamente desde 1998 que fue mi primera elaboración aquí, con una de las garnachas más peculiares y diferentes del mundo. Al igual que ocurrió en priorato, estas garnachas fueron consideradas famosas a principios del siglo XX por su singularidad. Esto hizo que siempre tuviéramos nuestros ojos fijos en esta zona, y esperando una oportunidad para poder desarrollar nuestro proyecto de futuro. 

Nuestra filosofía trata por una parte de mostrar el terroir de la zona (vinos de la marca Zerberos, como Zerberos El Altar o Zerberos Viento Zephyros), o los métodos de elaboración de nuestros antepasados (vinos de la marca Kπ). Lo más importante de nuestras elaboraciones es que queremos que sean con el máximo respeto a la salud, de ahí realizar el mínimo posible de añadidos al vino (solo sulfuroso antes del embotellado), y el máximo de respeto a la uva para no variar lo que muestra año tras año. 

Nuestra filosofía de trabajo en el viña es exactamente la misma, entendiendo que, si a un viñedo no le sobreexplotas estará sano, y que, por tanto, no habrá que realizar tratamientos innecesarios y costosos y que la uva mostrará todo el potencial de su terroir. Nuestros cultivos van más allá de lo orgánico, pero me conformaría con llamarlo así". 

Comparto esta forma de ver y entender la vitivinicultura, cuidar la tierra, respetarla, que se exprese siendo vino con sus defectos y virtudes, sin más vueltas. Por ejemplo, si el año es cálido quiero beber un vino cálido, si el año es fresco quiero beber un vino fresco, si el suelo de esta finca es de arena, que ese vino sea diferente al de la finca vecina que es de pizarra, así de sencillo... Dicho esto, por lo que pude probar hasta ahora, los vinos de Daniel tienen un sello nítido que deja muy claro lo que quiere hacer y mostrar. Todos son distintos, ninguno te deja indiferente, en absoluto, y eso, hablando de vinos, es todo un logro queridos amigos. Me cansé de probar vinos desalmados... 

Los Chorrancos, El Tiemblo. Cara norte, suelo pizarra. El Gato, Cebreros. Cara sur, suelo pizarra.


¿Qué vinos he probado? Varios hasta ahora, pero había seleccionado tres etiquetas hasta que anoche destapé otra y decidí incluirla a último momento. Mis descripciones son rústicas, sencillas, dirigidas a los consumidores que, como yo, no entienden mucho de vinos... Los que saben de esto, o los poetas del noble brebaje, no leen mi blog. 

Daniel, cuéntame algo sobre Zerberos Viento Zephyros 2017 

“Es un vino de pueblo de San Martín de Valdeiglesias de la variedad Albillo Real. Muestra la elegancia y frescura que tiene este varietal en este pueblo. 100% sobre suelo arenoso de granito. Maceración con racimo entero estrujado y fermentado y criado en barrica un año.” 

Mi impresión: se trata de un vino blanco color naranja-dorado, glicérico, con volumen y cuerpo de tinto poderoso. Nariz intensa donde mandan las notas minerales, de crianza, algo de fruta almibarada y especias. Boca franca, grasa, con frescura que equilibra el grado alcohólico (15% vol.) que le dio a la uva un año como el 2017. No es un blanco de trago largo, para nada....Puedes beberlo comiendo un asado a las brasas sin que se inmute. Tiene mucha vida por delante aún. 

Como digo siempre. Bebedores y amantes de los blancos cristalinos y de manual, abstenerse. Este no es un blanco al uso, en absoluto. Esto es la expresión de la Albillo Real de la Sierra de Gredos de un año cálido en estado puro. Su precio ronda los 17,5€ aprox., creo que está más que acorde. 

Daniel, cuéntame algo sobre Zerberos El Altar 2016 

“Garnacha de una sola finca del municipio de El Barraco. El terroir singular de esta finca radica en que es un viñedo de entre 65 y 90 años, de orientación en cara norte, plantado sobre suelo de arena de granito en lo alto de una colina al pie del embalse del Burguillo. Esto hace que el vino sea fresco y elegante, pero mostrando su lado mineral” Elaboradas de forma muy minimalista, despalillado y fermentación natural. Se envejece en barricas francesas de 600 l durante 1 año y se embotella sin clarificar ni filtrar. 

Mi impresión: primero que nada, recomiendo decantar al menos 1 hora antes de beberlo. Si no lo hacen beberán un vino dormido y se perderán lo mejor. Capa media, nariz de flores, mineral, especiado, boca poderosa, madera, fruta, alcohol (15%Vol.) y frescura en buen equilibrio. Final largo y exquisito. Una garnacha extraordinaria, expresiva, intensa, puro carácter sin perder elegancia. Dentro de unos años estará mucho mejor, no tengo dudas de eso. Yo me resistí a guardarlo, pero si tienen más paciencia que yo, háganlo y verán. Su precio, sobre los 22 - 24€ aprox. Ni lo duden. ¡Eso sí, es Garnacha de Gredos! No, garnachita de Gredos. 

Daniel, cuéntame algo sobre Kπ Rosé 2017 

“Una elaboración de rosado típica de la zona, que consistía en envejecer el vino durante largos periodos de tiempo en barrica. Este vino venía a sustituir el fino en la zona que maridaba tan bien con las distintas chacinas que se hacían también en la zona. Es la magia de la fruta llevada a su máximo exponente para dar el máximo de sí misma”. 

Mi impresión: abstener buscadores de rosados fresquetes y veraniegos para el aperitivo. Si tienen un chuletón cerca ni lo duden un segundo. Para mí, luego del cachetazo inicial que me llevé con la cosecha del 2016, cuando lo probé por primera vez sin saber muy bien lo que me iba a encontrar, me parece un auténtico vinazo. Nariz con mucha fruta (claramente cereza) pero acompañada con notas de crianza, lías y madera usada (muy distinta al roble nuevo pura vainilla y esas cosas raras). Boca grasa, con frescura y madurez. Un rosado totalmente atípico y exquisito que no deberían dejar de probar quienes se animen a propuestas arriesgadas que recuperan las viejas costumbres. Su precio, sobre los 12€ aprox. ¡Una bicoca! 

Termino con el que destapé anoche, Berrakin blanco 2019. Cuando se lo pedí, aún no estaba ni etiquetado, pero les cuento sobre él: 

Variedad 100% Jaen, procedente de dos fincas de Sotillo de la Adrada. Se vendimió entre el 5 y 7 de septiembre de 2019. Los racimos se seleccionaron, despalillaron y estrujaron, fermentando cada finca por separado con levaduras autóctonas. Maceración 17 días. De octubre a febrero de 2020 el vino se mantuvo con sus lías en depósito de acero inoxidable y una barrica de roble francés. En febrero se hizo el coupage y en marzo se embotelló, obviamente sin clarificar ni filtrar y dosis mínima de sulfitos. Graduación alcohólica, 11,3 % vol. 

Mi impresión: no recuerdo haber probado muchas veces la uva Jaen, así que no te tenía muy claro lo que me iba a encontrar, pero su baja graduación y la vinificación ya prometían buenas cosas. Un blanco anaranjado, glicérico, brillante y con leve turbidez (esperable, obviamente). Nariz y boca muy similares, seco, con manzana verde por delante, acompañada de notas de levadura que le aportan estructura y complejidad. ¡Es vino fácil de beber porque es rico, pero me pareció un blanco extraordinario, con complejidad y mucho que decir, por tan solo 8-9€! 



Bueno por ahora lo voy dejando... Creo que deberían animarse a probar los vinos de Daniel y Pepi. Para conseguirlos, búsquense la vida como hice yo, jejejeje es broma. Por Instagram lo tienen fácil (es de esos enólogos que contestan a quien le escribe). 

Vinos con carácter, con uvas sanas, de viñas sanas y de una zona extraordinaria. ¿Qué más podemos pedir? 

Y recuerden, beban vinos sanos y naturales. 

Salute y hasta otra. 

Rumbovino 

#QuédateEnCasa que ya falta menos

19 abril, 2020

Al Malbec en su día, gracias por llevarme a casa.


Desde que vivo en España, hace ya unos 6 años, muy pocas notas han tenido el Malbec como protagonista, lo que es lógico porque aquí prácticamente no se cultiva, y de lo poco que se produce, en su mayoría se ensambla como parte de un vino que normalmente lleva al Tempranillo por bandera. Si bien algún monovarietal de Malbec se embotella, sus existencias son casi anecdóticas (he probado un par de ellas que me han gustado, pero poca cosa). En los viajes de visita que he hecho durante estos años a Argentina, me acompañaron unos cuantas botellas de regreso, pero por una cosa u otra casi nunca escribí sobre ellos. 

Lo cierto es que estando en el viejo mundo he descubierto cepas maravillosas, que han ocupado casi todo mi tiempo de ocio y disfrute en intentar conocerlas. Dejando de lado la Albariño y la Tempranillo (léase también Tinta país, Tinto fino, Cencibel, etc.) que ya conocía bien, cepas tintas como la Mencía, Garnacha (sobre todo la de la zona de Gredos), Monastrell, Bobal, Caiño, Merenzao, y blancas como Godello, Treixadura, Verdejo, Palomino, Dona blanca y un larguísimo etc. me tienen cautivado.... 

...Sin embargo, y más allá de todas estas novedades para mi constante necesidad de probar vinos nuevos, yo me crié con Malbec. Con nuestra cepa emblema aprendí, entendí y me apasioné definitivamente por el vino... eso, como con todas las cosas de la vida en las que damos nuestros primeros pasos, nunca se olvidan, quedan ahí, latentes, sin saber que las tenemos, hasta que en la mínima oportunidad se expresan a flor de piel. 

Decir Malbec en mi caso es decir origen, patria. Oler Malbec, como me pasó anoche, es volver a casa. En la antigüedad, nuestros antepasados, al igual que los animales, usaban el sentido del olfato para buscar alimentos y buscar pareja para reproducirse... la evolución ha hecho que unos sentidos, antes menos importantes para la supervivencia, desplacen a otros en jerarquía y el olfato en las personas ha ido perdiendo sensibilidad porque cada vez se usa menos (ya nadie depende del él para alimentarse y mucho menos para ligar); sin embargo, será cuestión de instintos, pero es verdad que los olores se graban a fuego en nuestra memoria. Una fragancia te puede trasladar directamente hacia atrás en el tiempo, justo al momento en que la percibiste por primera vez. Ayer me pasó eso, cuando puse la napia en la copa del Malbec, volví a esas lejanas e inolvidables noches con una copa de Malbec en mi casa o en la de algún amigo, arreglando el mundo mientras se hacía el asado, y me sentí feliz y más cerca que nunca. Es increíble lo que un simple aroma puede generar... 

Hace tiempo que ya no traigo botellas en mis viajes, las compro aquí... me cuestan casi lo mismo y me ahorro el embrollo. Puedo conseguir muchas etiquetas, cada vez más, desde las tradicionales a algunas más arriesgadas (en Internet está todo, aunque yo, si puedo elegir, soy de vinoteca). Anoche, para descorchar y brindar a la salud de la familia, los amigos y festejar el día internacional del Malbec elegí una botella de Matías Michellini, ESPERANDO A LOS BÁRBAROS 2015

Matías Michellini es un viticultor al que respeto muchísimo, porque como yo lo veo, fue un anticipado a su tiempo. Cuando en Argentina nadie lo hacía, fue de los primeros en arriesgarse y elaborar vinos a contracorriente, defendiendo una idea y una filosofía diferente a la impuesta, porque en aquellos tiempos (unos 10 años atrás) era mucho más cómodo para casi todos hacer los vinos que mandaba y puntuaba Parker. Gracias a él (y su hermano Juan Pablo, a quien conozco algo más y admiro por igual) pude conocer esos vinos distintos que casi nadie quería o se animaba a hacer, con acidez, verticalidad, con la uva y el terruño por bandera. Supe lo que era el aroma y sabor a tiza de un vino y entendí que la tierra lo es todo. Vinificaciones de blancos con pieles (quien lo hubiera dicho de aquellas), vinos blancos turbios y de maceraciones largas, levaduras autóctonas (qué tontería), HUEVOS DE HORMIGÓN (tendencia que luego siguieron muchos otros), cofermentaciones, maceración carbónica, 100% raspón, barricas usadas en la época donde el roble nuevo inundaba todo -incluso los paladares de la gente- , elaboró vinos bebibles en épocas de vinos masticables, y otras tantas revoluciones que no recuerdo (espero no haberle atribuido alguna cosa que no hizo, aunque creo que no). Sus etiquetas me hicieron enojar más de una vez, porque resultaban tan diferentes, y algunas tan radicales, que mis neuronas no entendían del todo (recién comenzaba a beber vino de verdad), pero seguí, y aun sigo, probando y aprendiendo como puedo desde España con casi todo lo que hace. Quizá no fue el primero, probablemente habrá habido otros antes, no lo sé, pero para mí fue el primero que me enseño que existía un vino distinto al mandado. Por todo eso, aunque tarde, gracias. 

ESPERANDO A LOS BÁRBAROS 2015, un 100 % Malbec de Gualtallary (Valle de Uco, Mendoza), fermentado y criado en huevo de hormigón. 

Está en un momento extraordinario. Elegante, fresco, vertical, equilibrado, redondo, seco, largo... En vista, nariz y boca no tiene desperdicio. Un ejemplo cristalino del Malbec más puro que se puede elaborar en Argentina, sin nada más que un buen terruño y rompiendo un poquito el molde. 

Su precio en España, al menos lo que lo pagué yo, ronda los 17€. En Argentina, por lo que pude ver en webs está, al cambio, algo más barato. Para mí, vale cada céntimo invertido. 




Un gusto volver a casa. ¡Feliz día Malbec!

Rumbovino
Casi 10 años comunicando el vino. En favor del consumo moderado y responsable

#QuédateEnCasa

14 abril, 2020

Semana Santa "Perdida" por los vinos naturales

Este fin de semana retomé vinos olvidados, no por mi memoria, sino por mi constante deseo de probar etiquetas diferentes cada vez que abro un vino. La producción de vinos nuevos es tan grande que, de seguir así, cualquier persona podría disfrutar durante toda su vida un vino diferente cada día sin repetir ni una sola vez ninguna botella... Constantemente salen al mercado cosas novedosas, arriesgadas, conservadoras, clásicas, modernas, baratas, caras, carísimas, tintas, blancas, rosadas, claretes, tranquilas, con burbujas, naturales, ecológicas, pseudo-ecológicas, etc. Con esta incesante innovación que atraviesa el mundo del vino, terminas dejando de lado aquellos que alguna vez te enamoraron y no has vuelto a ellos no sabes muy bien porqué. 

Así que, un poco por redimirme y otro poco por gusto propio, este fin de Semana Santa retomé un par de cosas nuevas de mi amigo Nacho González “el loco de Larouco” que, en la región de Valdeorras, allá por el 2012, empezó un pequeño proyecto recuperando viñas que se consideraban PERDIDAS, por descuido y maltrato, y actualmente es uno de los mejores productores de vinos naturales de España.



Y digo que es de los mejores “quitándome la camiseta” de seguidor empedernido de sus vinos, y desde mi más puro convencimiento como consumidor de vinos naturales. He probado muchos durante estos años en que los "vinos desnudos", surgidos de la viticultura respetuosa y la mínima -o nula- intervención en bodega, se han abierto un hueco importante en la oferta vinícola. Y lo cierto es que, aunque los hubo ricos y bebibles, otros tantos no han sabido estar a la altura (al menos en lo que yo espero de estos vinos. Solo que se puedan disfrutar). En este contexto los vinos de La Perdida siempre me han gustado y sorprendido a partes iguales. 


Yendo a las novedades: 

En el año 2018 salió la primera añada de MEU de sangue de vida. Un tinto surgido de una nueva viña de 0,4 hectáreas con marcada inclinación, en O Ruxe, municipio de O Barco de Valdeorras. Esta parcela está situada en medio de un bosque de castaños y alcornoques y se caracteriza por tener suelos calizos (muy poco común en Galicia, exclusivo de esta zona norteña y fronteriza de la denominación de origen de Valdeorras). En la viña predomina la uva Alicante Bouschet (Garnacha Tintorera) y en menor medida Mencía y Mouratón (Juan García). En cuanto a las cepas blancas la GodelloDona BrancaPalomino representan proporcionalmente un 30% del total. 

Tras la vendimia, las uvas se fermentan todas juntas en una tinaja de barro de 400 litros. durante 5 meses, para pasar posteriormente a una barrica roble usado de 300 litros donde termina de afinarse. En todo el proceso el vino no se interviene en absoluto, ni se filtra ni clarifica, ni agrega sulfuroso. 

Lo había probado hace un año atrás, cuando aún estaba en la barrica y me pareció soberbio, por pulir, pero ya estaba exquisito. Así que este viernes por la noche descorché la botella que tenía guardada.

Antes de beber: Consejos sobre MEU 2018. 

- Recomiendo decantar, o abrir al menos 1 hora antes (parecen vinos diferentes de principio a fin, gana constantemente). 

- No es un tinto para todo el mundo. Los amantes de clásicos golosos, maduros, con roble marcado y súper-redondos abstenerse. 

- Si son bebedores de mente abierta y buscadores de vinos arriesgados, no deben dejar de probarlo. Lo ideal es, antes, conocer perfectamente cómo se elabora y de dónde proviene. Sin eso, los vinos de nacho pierden gran parte de su esencia y sentido. 

- Aún está joven, pueden guardarlo un tiempo (meses o un par de años sin problema) si son capaces de resistir sus ganas, o tienen más de una botella. 

Cata simple, para que entendamos todos: Capa media, color rojo picota brillante, limpio y muy glicérico. Nariz intensa de barniz, mineral, grafito, balsámico, tinta china, hierbas y fruta fresca. Boca potente, taninos pulidos, directo, vertical, seco. Sabe a lo que huele con un claro predominio de las notas minerales, terrosas.... lo demás por detrás, bien llevados. ¡Para mí, glorioso! 

He leído por ahí que es un “vino de sed”. Lo definen de esa manera porque se supone que ese tipo de vinos es para beber por litros y eso hace que se venda más (lo que es bueno), pero también invita a no pensar demasiado en él, y en eso no estoy de acuerdo.

Yo lo definiría como un vino atrevido pero serio, complejo, con muchas facetas y que hay que saber disfrutar cada trago porque habla directamente de la viña que lo parió. 

Su precio al público depende dónde lo compres, ronda los 20€. Vale cada céntimo invertido. 




Al día siguiente destapé la nueva añada, recién salida del horno, de A Chaira 2019. Este blanco, medio anaranjado, nace en la pequeña viña de suelo granítico que lleva su nombre, en Seadur, donde la Dona Branca (uva blanca casi despreciada y normalmente mezclada con otras por su supuesto escaso valor vinícola) es dueña y señora en más de un 90% del total de cepas plantadas.

Tras la vendimia, se macera unos días con pieles y fermenta con levaduras autóctonas (esto, hablando de los vinos de la perdida, es una obviedad) y se fermenta en tinajas de barro de 400 litros (otra obviedad), para luego terminar de hacerse solo en depósitos de acero inoxidable. Otra obviedad es decir que ni se filtra, ni se le agrega nada de nada, mucho menos sulfuroso. 

Antes de beber: Consejos sobre A Chaira 2019 

- Cuidado, no es un vino blanco al uso. Para nada. 

-  A los amantes de blancos impolutos, limpios y con sabores tropicales inventados, les recomiendo abstenerse

- A los bebedores de blancos impolutos, limpios y con sabores cítricos inventados, les recomiendo abstenerse. 

- A los bebedores de blancos impolutos, limpios y con sabores cítricos y tropicales naturales, también les recomiendo abstenerse. 

- Los que quieran probar blancos arriesgados y diferentes, pueden darse el gusto!!

Cata para bebedores “simples” como yo: Color dorado-bronce limpio, brillante y muy glicérico. Nariz intensa con notas de hollejos, cáscara de naranja, herbáceos, flores. En boca es untuoso, con cuerpo y volumen, fresco y equilibrado (leen bien, equilibrado). “Sabe a uva blanca fermentada con sus hollejos, es decir, sabe a vino”. Un blanco naranja que se bebe y disfruta desde el minuto cero y es capaz de acompañar un pescado o un asado a la parrilla sin despeinarse. Un blancazo grande como una casa. 

¡Cuidado! Se puede beber por litros, porque es más “fácil” que su colega Meu. Pero no hay que engañarse con la palabra fácil, es un vino que nace en un viñedo sano y vital que se traduce en un caldo capaz de transmitir esa vitalidad a quien lo disfruta. Cada trago es un trago de viña y de terruño. 

Su precio, igual que antes, sobre los 20€. Insisto en que vale cada céntimo invertido. 

Cada vez que escribo un post sobre los vinos de La Perdida intento aislarme de ese entusiasmo que siento por todo lo que elabora, para no contaminar lo que escribo (conozco el proyecto casi desde su comienzo, el primer vino que probé fue su Godello naranja 2013). Por eso termino diciendo, y lo remarco, que no son vinos para bebedores tradicionales

Puede que, a mucho de ustedes, que de una forma u otra lleguen a leer esta nota, prueben alguno de estos y me odien luego. No digo que no. Digo que quien lo beba debe saber qué vinos está bebiendo, conocer la filosofía de La Perdida (100% natural en todo sentido) y leer la etiqueta que referencia la viña que lo gesta y la vinificación que la interpreta. Sin esos datos fundamentales, no tienen nada y lo beberán como a cualquiera de las otras miles de etiquetas que llenan las estanterías de los supermercados o vinotecas del mundo. Y estos, son únicos e irrepetibles. 

Recuerda #QuédateEnCasa 


Rumbovino

Casi 10 años comunicando el vino. EN favor del consumo moderado y responsable

05 abril, 2020

El vino del confinamiento

Como soy de esas personas que creen firmemente en el destino, creo que fue eso lo que me impulsó a llamar a Mario y pedirle un brik de 15 litros de su vino, justo un par de días antes de que empiece. Que empiece el confinamiento, aclaro, porque el jodido coronavirus venía dando guerra desde bastante tiempo antes, aunque en España no lo queríamos ver. Pero ese es otro tema que no viene al caso en este post. 

Los que seguís Rumbovino desde hace casi 10 años, habrán notado que últimamente publico pocas notas. Solo lo hago cuando algo, hablando de vinos, me estimula mucho para hacerlo, para lo demás están las redes sociales más inmediatas. En este caso se combinaron dos cosas que, cuando confluyen, no hay manera de que no terminen plasmadas en una historia que quiera compartir en el blog; una es un vino que me apasione y la otra es tiempo para escribir (que estos días me sobra). Ni siquiera sé si la es buena, probablemente sea como la de todos ustedes en estos días, pero al menos sí es la historia de un “buen vino” que nos ha acompañado durante este tiempo de resignado confinamiento. Aquí va... 


Vista de la viña donde nace Xan Vaca



Ya son 22 días los que llevamos encerrados en casa y, al igual que la mayoría de la gente, nos buscamos la vida para amenizar el paso de las horas... No descubro nada nuevo al decir que establecer una rutina diaria es esencial para no perder los tornillos que se nos aflojan con la espera. En nuestro caso, esa rutina pasa por el teletrabajo (lo que se puede), la lectura (algo, no mucha, pero buena... recientemente terminé El Alienista, me gustó mucho), horas de cine y series (para qué negarlo), limpiar y ordenar cosas de la casa (hemos ordenado y limpiado objetos que ni sabíamos que teníamos), escuchar buena música (vaya mi recuerdo para el maestro Eduardo Aute, que me ha acompañado infinidad de veces desde mi adolescencia), fundamental un rato de gimnasia diaria (“mens sana in corpore sano”, es increíble pensar que a mi edad soy capaz de seguir una clase de aerobic, casi como lo hacía en “el Pacha” de Venado Tuerto con 17 años a finales de los ´80) y, a la hora de alimentarnos, intentar darse un pequeño gusto dedicando tiempo a hacer una comida rica, baratita pero más elaborada que de costumbre, para que ayude a reconfortar el alma y el estómago (en esto Noemi se lleva los laureles, yo solo degusto). Por supuesto no falta, ni puede faltar, el indispensable colega de una deliciosa comida, un buen vino. Cada noche, una copa de “Xan Vaca” acompaña esa cena que me reconcilia con el mundo. 


Xan Vaca 2019

Bendito destino que me impulsó a hacerme con 15 litros de esta joya de mi colega Mario. Es el tinto casero (quedaría mejor artesanal, pero es casero, para qué negarlo) que para los amigos se llama Xan Vaca. De más está decir que no tiene DO ni nada parecido, aunque eso hace tiempo que dejó de importarme. 

Xan Vaca crece y se hace en una pequeña viña, localizada en una de las infinitas y escarpadas pendientes que escalan el Río Sil cerca de Doade, en la Ribeira Sacra. Cada año, entre cepas tintas y blancas se vendimian entre 900 y 1200 kg de uvas que, mezcladas, se transforman en un solo vino. El 80% son tintas (Mencía, Merenzao, Garnacha Tintorera, Cabernet Franc) y el 20% restante blancas (Dona Blanca, Godello, Treixadura, Palomino). 

La finca se trabaja artesanalmente, no se usa herbicida (me consta haber quitado hierba a mano infinidad de veces) ni insecticida, porque en los peores años alguna mano de azufre y cobre, cuando se puede, es todo lo que lleva encima. De costumbre la cosecha se hace una o dos semanas antes de la fecha establecida por la DO (se busca tranquilidad para trabajar y algo menos de madurez para no perder frescura). En una mañana se vendimia toda la viña (nos juntamos unos 10-12 amigos a echar una mano, que nos damos por bien pagados con la maravillosa comilona, con música en vivo, que nos metemos luego de la faena entre pecho y espalda). Aunque cada año “experimenta” cosas diferentes, en el 2019 la uva se despalilló y fue directamente a tanques de inox (corrijo, a un tanque de inox) con una dosis mínima de sulfuroso.... y nosotros a comer. 

El descube se realiza cuando Mario se puede acercar a la bodega. A veces a los 15 días y a veces al mes.... luego un par de trasiegos y listo. Nunca mejor aplicado el dicho de que el vino se hace solo. 

La vendimia normalmente se hace a mediados de septiembre, y para febrero ya está listo para beber y disfrutar. Mejora con el tiempo, pero estamos hablando de uva fermentada sin más milongas así que no es para guardar. Su mejor momento es entre mayo y septiembre.... pero antes, en concreto en estos días de confinamiento, sabe a gloria. 

Ribeira Sacra sin pulir, rústico pero elegante, mixturas de mermelada de frambuesas y flores de rosa con hierbas aromáticas, balsámicos y minerales que se complementan a las mil maravillas... glicérico, nariz intensa y golosa, fresco y cálido a la vez, redondo y anguloso, perfecto e imperfecto, sencillamente rico. 

Solo vino puro, Xan Vaca 2019, un vino de una finca y un paisaje únicos, que no quiero que se acabe nunca, pero que tengo la suerte de compartir con Noemí cada noche. 


Una de las tantas veces que fuimos a la finca a echar una mano. Noemi, atando y conduciendo cepas





Gracias y salute amigos. 

Y recuerden...... # QuédenseEnCasa

Rumbovino, casi 10 años comunicando el vino, apoyando el consumo moderado y responsable. 

28 diciembre, 2019

200 Monges, la Navidad y un libro casi interminable.

No encontré mejor título para resumir esta entrada en el blog. Ha quedado bien, creo yo, al menos me lo parece. Un proyecto que llevo desarrollando casi 3 años, un vino que llevaba esperando un tiempo y una fiesta señalada, que desde hace bastante no me inspira demasiado, pero que este año fue especial (como ha sido en otras épocas de mi vida).

Desde la inmediatez del Instagram, solo me queda el blog para contar las cosas que me inspiran, historias que me motivan, siempre asociadas al vino, por supuesto. Y lo cierto es que, tras nuestro viaje a la Alsacia, Rumbovino esperaba nuevas líneas que soportar. Aquí va esta, es cortita, pero tiene substancia de sobra para ser contada.

En mayo del año 2017 comencé con un desafío personal, escribir un libro sobre mi especialidad. Desde hace algunos años, además de a la docencia, me dedico al diagnóstico citológico de enfermedades, pero de perros y gatos. No me pondré pesado con los detalles del libro -a nadie le deben importar demasiado en un blog de vinos- pero fue pasando el tiempo, fui escribiendo, y a fuerza de insistir y comprobar en propia piel lo que un libro conlleva (en horas, dinero, y sobre todo en trabajo intelectual), finalmente pude acabar el proyecto. La verdad es que pensé que estaba terminado hace 4 meses atrás, cuando fue la primera prueba de impresión.... el asunto es que llevo desde ese momento, casi a diario, corrigiendo errores, mejorando la redacción y arreglando detalles. ¡Llegué a pensar que nunca se acabaría!. Pero como ya lo dice Vox Dei en su mítica canción “todo concluye al fin...” el día 25 de diciembre de 2019 terminé la cruzada (con ayuda de varias personas. De ellas, Noemí es la más importante).

Esa noche, como no podía ser menos, tocaba festejar. Y el vino, obviamente, tampoco podía faltar. No me valía cualquier cosa (en estos eventos especiales la bebida debe estar ligada a algo especial, al menos así lo creo), pensé un rato y lo tuve claro. El 200 Monges Reserva tiene su historia, desde la FEVINO de Ferrol hace unos cuantos años que lo probamos en la mesa donde se encontraba la Vinícola Real. Nos sorprendió tanto por su calidad como vino, como por la calidez de Miguel Ángel Rodríguez, fundador y enólogo de la bodega, que nos lo sirvió y contó con detalles (si hasta nos invitó a visitarlos sin saber ni quiénes éramos nosotros). 


Un tinto icónico elaborado con uvas (Tempranillo 85%, Graciano 10% y Garnacha 5%) que nacen y crecen en viñedos antiguos de San Vicente de la Sonsierra (Rioja). Tiempo después nos compramos una botella (añada del 2010) que guardamos hasta que llegase el día de descorcharla, y llegó. 



No es la primera vez que un vino del que guardo un recuerdo maravilloso me defrauda luego del algunos años, pero este no fu el caso. No esperaba mejor compañía que un señor vino como este, para cerrar un día como este. ¿Qué les cuento del él? Solo un par de cosas (aquí toda la Info), deben descubrirlo ustedes porque vale cada céntimo que invierten en él (pura seda, fresco, maduro, integrado, complejo, largo, exquisito, pero en serio... y eso que los reserva de Rioja me suelen aburrir bastante). Un vino que vale mucho más de lo que cuesta, lo digo sin coacción ni interés de ningún tipo, esta es la ventaja de escribir un blog independiente.

El 25 de diciembre de 2019 no será una navidad más, el 200 Monges Reserva del 2010 no será un vino más, y el libro sobre citología veterinaria práctica que escribí quizá sea un libro más, pero para mí será especial, como este día y este vino.

¡Salutes y feliz 2020!

Rumbovino

Casi 10 años comunicando el vino, de forma independiente.

01 octubre, 2019

Un paseo por la Alsacia

Cuando uno cree que en este mundo del vino, en lo que a paisajes se refiere, lo vio casi todo, viaja a la Alsacia y se deslumbra. 

Me confieso un enamorado de Francia y de sus vinos, para qué negarlo. Me encanta pasear por la campiña, caminar los pequeños pueblos desperdigados por el camino, las vistas de los viñedos, sus paisajes y sus Chateaus… pasear el país galo, para mí, es un placer que cada tanto repito (cuando el tiempo y el dinero lo permiten, como hace todo el mundo). Aún así, con todo este background francés que tengo encima, luego de decantar lo que traigo en mi recuerdo de la Alsacia se me acaban los adjetivos para calificar esta región. Tanto en vinos, como paisajes y ciudades, la Alsacia es una auténtica maravilla. 



¿Los vinos y las uvas? Extraordinarios. Todos los que probé, y fueron muchos (como debe ser para hacerse una idea lo más representativa posible). Si hablamos de cepas, las blancas se llevan la palma y las hectáreas, y de ellas los galones los carga la magnifica Riesling, con permiso de Gewurztraminer, Pinot gris (sorprendentes) o Pinot Blanc. Puedo escribir un libro si me pongo en tema, así que, si quieren disfrutar de blancos extraordinarios, cada uno en su estilo, pero siempre cargados de frescura y mineralidad, este es su lugar. Sin embargo, como me reconozco un enamorado de Francia, lo soy también de la Pinot Noir, y allí, aunque en menos proporciones, he probado auténticos “pinotasos”. Frescos, minerales, elegantes, frutados, puro lujo.

Lo suyo en el tema vino es sencillo: visitas las bodegas repartidas por los pueblos (todas tienen su pequeña tienda y ofrecen todo lo que producen) y allí pides lo que quieras probar (la media de la copa de vino en la bodega cuesta alrededor de 3 €). Si no, compras algunas botellas (el precio varía entre añadas y vinificaciones, pero puedes llevarte muy buenas cosas por un precio que ronda entre los 10€ y 20€) y las degustas en el hotel mientras cenas cualquier cosa (la comida alsaciana no pasará a la historia, pero sus precios sí, bastante cara). Nosotros la mayoría de las veces lo hicimos así… compramos botellas diferentes y a probar acompañando un pizza o hamburguesa. 

Pinot Gris... sorpresa para mi, unos blancos vibrantes y elegantes únicos

¿Qué bodegas visitar? Nosotros fuimos con todo estudiado previamente, pero al llegar allí nos sorprendió tanto la cantidad de bodegas que había, que resolvimos ir a la aventura y sorprendernos. Es la mejor forma… o al menos la que más se disfruta. En general buscábamos los vignerones independientes o los productores de vinos biológicos o biodinámicos (están perfectamente señalizados a la entrada de la tienda o bodega). ¡Lo más curioso es que suelen ser lo que tienen precios más bajos!

¿Con respecto a los viñedos? Nuestra recomendación es perderse y disfrutar como niños. Más que viñedos son jardines dispuestos a los pies de la colina, entre los pueblos, uno más bonito que otro. Hay caminitos que te llevan de un lado a otro, todos indicados, pero si te pierdes, ¡Mejor! 



¿Qué es lo más bonito? Los pueblos y ciudades…. Una hermosura, difíciles de describir, hay que verlos. Pueblos medievales, a veces no más grandes que 30 o 40 casas, inundados de flores que nuestras retinas no alcanzan a analizar. No se pueden perder Ribeauvillé, Eguisheim, Turckheim, Kaysersberg o Riquewihr por mencionar algunos de ellos. En ciudades algo más grandes, pero caminables como un pueblo, Colmar es hermosa y más enófila que Estrasburgo, pero esta última es para mí una de las ciudades más hermosas que he visitado en Europa. Nosotros hicimos base logística en Estrasburgo y creo que fue un total acierto, tienes todo cerca (incluso la Selva negra en Alemania a 45 minutos, imperdible si andan por la Alsacia) y nunca te cansas de perderte por sus calles y canales.

¿Precios? Hay de todo, en general todo es bastante más caro que en España (lógicamente) pero se puede hacer turismo económico cuidándose un poco, sobre todo a la hora de comer o cenar fuera, ya que puedes dejar uno o dos riñones en algunos lugares. Fuera de esos grandes lujos, a mitad del día en cualquier terraza, un flambee (una especie de pizza muy finita, exquisita) y una copa de vino o cerveza te permitirá disfrutar si dejar maltrecho el bolsillo. 



Y aquí lo dejamos…o me pondré pesado. Si están pensando en visitar la Alsacia, ni lo duden, no se van a arrepentir. Y si además es amante del vino, el disfrute será el doble. Extraordinario viaje que esperamos repetir algún día.

Salute!

Rumbovino
9 años comunicando sobre vinos, paisajes y bodegas. A favor del consumo moderado y responsable

15 julio, 2019

Un tinto volcánico, uno de vértigo, y los grandes oros de Galicia

Hace más de 3 meses que no escribía una entrada en el blog, como comentaba en el post anterior, las redes sociales se están llevando por delante mis intenciones de bloguero. No obstante, aquí sigo dando algo de guerra.

La verdad es que todo este tiempo sin publicar notas en Rumbovino no está asociado a que hayamos tenido poca actividad ligada el noble brebaje, sino todo lo contrario, son tantas las cosas que pasan, y tan rápido, que nunca sé bien qué seleccionar para publicar. Así que les haré un breve resumen de lo más interesante bebido y visitado este tiempo.

VISITADO


Hace un tiempo acudimos a la "Cena de los grandes Oros de Galicia” organizada como todos los años por Luis Paadin y su equipo, en la que se entregan los premios a los vinos destacados por su calidad. Es el primer año que asistimos, y tengo que reconocer que nos gustó mucho y sin duda volveremos. No obstante, tengo que matizar que, si bien el evento está organizado de forma impecable y es ideal para ir a catar con tranquilidad, este asunto de los premios a mí sigue sin gustarme un pelo. Algunos de los vinos que caté no me gustaron mucho, y otros que para mí eran de premio no se llevaron ni un aplauso. Como siempre sucede, esto termina siendo sumamente subjetivo y el veredicto es diferente dependiendo del paladar que la juzga. Aun así, considero que todo evento que comunica el vino, sobre todo gallego y durante tantos años con es este caso, e intenta llegar a todo apasionado de esta bebida suma para seguir creciendo. ¡Así que aplaudo y el próximo año intentaré volver! 





En lo estrictamente relacionado con lo que probamos, saqué un par de conclusiones muy generales que trasladaré en estas líneas, ya que no puedo explicar cada uno de los 70 vinos que estaban disponibles, y de los cuales creo que se me escaparon unos pocos.

La primera conclusión que saqué es que los vinos blancos en líneas generales me gustaron bastante más que los tintos, cosa que antes nunca me pasaba. Encontré un nivel muy equilibrado, ofertas más arriesgadas y con menos diferencias cualitativas entre todo lo ofrecido. De todos los blancos, los Godello de Valdeorras, para mi gusto, van un paso largo por delante. Luego los Ribeiro, que cada vez están mejor, y por último los Rías Baixas, que siguen estando muy buenos como siempre, pero que me han sorprendido poco (al menos lo que probé). Además, cada vez estoy más convencido que la gran parte de los vinos de las Rías Baixas deberían beberse a partir del segundo año de la cosecha, porque ganan mucho. Acepto críticas.

Otra de las conclusiones a la que llegué está relacionada con los vinos tintos. Personalmente, salvo algunos que ofrecen un perfil fresco, mineral y bien equilibrado (riquísimos), noto que en general están bastante “maderizados” y con un punto alto de alcohol que les está jugando en contra, ya que pierden esa finura y elegancia que siempre caracterizó a los tintos gallegos (principalmente los de la Ribeira Sacra). Si bien el cambio climático está incidiendo fuerte en la expresión del terruño, creo que algunos vinos tienen más de intervención del hombre que de climatología en su resultado final. Como dije antes, eso refleja una pérdida de identidad que no me gusta. Estas son mis apreciaciones particulares y entiendo que muchos no estén de acuerdo con esto. Todo es discutible en este mundo del vino.


BEBIDO RECIENTEMENTE 

Luego de conocer personalmente a Orlando Lumbreras, y su proyecto con todo el porfolio, en el Simplesmente Vinho de Oporto, me hice con algunas botellas de los vinos que más me gustaron y que produce en Galicia en cooperación con pequeños viticultores. Hace unos días destapamos el primero VERTIXE 2016, un Mencía salvaje que surge de las uvas que nacen en la región de Quiroga-Bibei en los viñedos de José Aira y su familia. Para los que no lo saben, Vertixe en gallego significa Vértigo, que es lo que se siente cuando uno pisa los bancales de la Ribeira Sacra. Ni les cuento si además de pisarlos, debe trabajarlos.



Se trata de un Mencía honesto, austero, filoso, salvaje y con alma y cuerpo artesanal. No sobran los aromas, ni lo colores, ni los sabores, pero tampoco faltan. Es de esos vinos que uno en la medida que los va bebiendo lo disfruta cada vez más, sin tener muy claro qué es lo que te enamora de él. En palabras de Orly por Instagram: “Vertixe ensambla la sensibilidad de María, la eficacia de Antonio y la ilusión de Mila. El latido de la familia” No tengo dudas de sus palabras. Si lo encuentran, se los recomiendo. Un tinto, puesto en escena por Orlando Lumbreras, pero con alma puramente gallega. 







De uno de mis viajes a Portugal me traje un par de botellas de vino de las Islas Azores. Un grupo de islas, de origen volcánico, que forman una región autónoma localizada en el medio del Océano Atlántico. La región productora más importante se encuentra en la Isla de Pico, y a los pies del Volcán de Pico, se localizan los viñedos que han sido declarados por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad en el año 2004. De allí viene este TINTO VULCANICO de la añada 2017, un tinto joven sin paso por madera mezcla de cepas Aragonés, Agronómica, Castelão, Malvarisco, Merlot, Touriga Nacional, Saborinho y Syrah entre otras, producido por Azores Wine Company (AWC) bajo la Indicación Geográfica Açores.


Se trata de un tinto de baja graduación alcohólica (solo 11,5 % Vol.), pero lleno de matices, que me dejó con la boca abierta. Fresco, fruta roja, salino, balsámico, mineral y muy equilibrado…. Los amantes de los caldos poderosos, con alcohol, madera y taninos, abstenerse porque este no es su vino. Para los demás, todo una gozada!

No recuerdo su precio, creo que fueron sobre los 15€, pero aún si es más vale la pena pagarlos. Un lujo proveniente quizá de unos de los lugares más extraordinarios del mundo vitivinícola. Voy a seguir de cerca el proyecto de AWC, porque tiene muy buena pinta! 






Por hoy lo voy a dejar aquí… dentro de unos días, espero que no muchos, les cuento otras cosas. No obstante, pueden seguirme en Instagram @Rumbovino que allí publico mucho más que aquí, pero con menos letra!

Buena vida y naturales vinos,

Salutes!

Rumbovino

Casi 9 años difundiendo la cultura del vino y en favor del consumo moderado y responsable.