Un blog de vinos por aficionados, para aficionados. Mas que un blog, nuestro cuaderno de notas.



27 julio, 2015

LA PERDIDA

Hojeando las páginas del Especial de Vinos de la Voz de Galicia, me llamó la atención un título grande y en letras rojas que coronaba la entrevista de ese número del especial del mes de setiembre del año pasado “Creo en los blancos radicales, como mi Godello naranja”. Fue la primera noticia que tuve de aquel personaje de la región de Valdeorras, que tenía un buen par como para animarse a hacer un vino blanco color naranja, y además publicitarlo. Y venderlo!! Solo un loco pensé en ese momento... pero confieso que la mosca me quedó dando vueltas detrás de la oreja.

No voy a adelantar lo que leí en la nota esa vez, además de aquel llamativo y peculiar titular, porque sino me quedo sin letra para lo que viene y me parece más interesante contarles lo que viví y bebí en primera persona...

Pasaron bastantes meses de aquel encuentro en el diario de Galicia, y el destino quiso que un amigo común (benditos amigos del vino, cuánto debo de agradecerles!) casi de casualidad me hablase del personaje en cuestión. Para un friki enofílico como yo, los conceptos adjuntos al vino tales como “vino sin DO”, “cepas tradicionales”, “orgánicos o naturales”, “extremos y diferentes” o “biodinámicos” resultan demasiado atractivos como para dejarlos pasar. 

Solo una llamada telefónica, de un tipo al que Nacho (el valiente de la historia) jamás había ni sentido nombrar, bastó para concretar una cita en su bodega al día siguiente. Eso ya es un indicativo claro de la persona que hay detrás del vino. A mí, esos enólogos que se andan por la vida subidos a pedestales, con los que concretar una cita es más difícil que quedar con el presidente de la nación ya me quitan las ganas, no solo de conocerlos, sino hasta de beber sus vinos. Dicho esto, vamos al lío.




Quedamos en Larouco, lugar donde se encuentra la bodega. Un pueblo en la montaña de la provincia de Ourense, que debe tener unos 500 habitantes. Especifico mejor. Quedamos en el Bar de Larouco (es que en España quedar en un bar es deporte nacional, lo comprobé al segundo día de pisar esta tierra). Justo, casualidad, era día de Feria del Pulpo. Creo que no hubiese podido coincidir mejor, porque si uno viene a Galicia tiene que comer el pulpo a la gallega que está buenísimo, pero si lo consume en la “feira” de un pueblo del interior es gloria bendita.

Apretón de manos y a la bodega, solo a buscar vinos para regar el manjar multidigital. Probamos mientras comemos (yo no podía creer en tanta suerte). Agarró vinos, algunos sin etiquetas, experimentos de su primera cosecha, otros nuevos y otros a punto de extinguirse del mercado. Volvimos al bar... comenzamos a catar (a lo paisano) y a charlar de sus vinos, los viñedos (su pasión) y su historia... Dos horas después, con la panza llena y el corazón contento, fuimos a caminar las viñas. No nos quedó ni una por conocer...

Debo empezar diciendo que Nacho está recién llegado al mundo del vino, por decirlo de alguna manera. Comenzó en el año 2011 podando unas 200 cepas de la familia. Luego aparecieron otras, de vecinos y amigos que ya no las podían cuidar y de a poquito fue creciendo….lo justo como para que la cosa no se desmadre. Actualmente trabaja casi 3 hectáreas, parcelas pequeñas salpicadas por acá y allá. Arriba y abajo en el coche. “Esta es nueva, la estoy recuperando, que vuelva a la vida luego de muchos años de recibir químicos y tratamientos sistémicos”.

Su método de trabajar las viñas es ancestral y natural. Todo su trabajo se centra en el suelo. Un suelo vivo es un viñedo vivo (estoy totalmente de acuerdo con él). Sigue las fases lunares y la biodinámica le pasa cerca, aunque aún no a cabalgado demasiado en esta ciencia. Las revive con compostaje, cubierta vegetal autóctona donde es buena y sembrada en invierno y conservada si hace falta. Deja que las especies compitan entra sí, que las raíces que perforen y aireen la tierra, que las arañas y chinches paseen por las hojas, en definitiva que la viña viva y se funda con su entorno. Los vecinos, adeptos a las modas y trabajo liviano de meter químicos industriales, aún lo miran extrañados.

Los hongos, en un suelo equilibrado y sano, la tienen complicada. Pero cuando aparecen, ortiga, milenrama y cola de caballo en infusión obran verdaderas maravillas. Ocasionalmente si la lucha es dura, aplica un baño de polisulfuro cálcico (que está permitido en ecológicos) y nada más. Los suelos de sus viñas, como las uvas, son variables y en ocasiones encontramos mixturas de granítico, arcillosos, arenas y pizarras. Su situación es perfecta, porque están en la transición de la Ribeira Sacra (más húmeda y complicada para una viticultura orgánica, aunque se hace) y Valdeorras donde el clima más seco y cálido, pero sin torrar las cepas, permite una mejor sanidad y perfecta maduración.



Cepas viejas de Garnacha Tintorera, Mencía y Sumoll (una variedad que estaba mezclada en la viña y fue identificada hace muy poquito) son las uvas tintas que dominan sus fincas en tanto que Palomino, Dona Branca y Godello cierran la paleta cromática. Nacho ama sus viñas, las mira, huele, pisa, toca y suda todas las tardes de su vida (no concibe otra forma de hacer un vino y no cree en los enólogos que hacen vinos en 20 lugares diferentes. Es imprescindible conocer cada rincón del viñedo). 

Pero si le preguntan cuál prefiere, aunque le cueste elegir, estoy seguro que dirá EL TRANCADO, la viña legado de su abuela que trabajó desde muy joven. Cuando ella cuidaba la viña, las cepas ya existían, por lo que es una incógnita que edad tendrán. Una joya de 70 u 80 años en la que conviven mayoritariamente las Garnachas con Godello.

La finca de su abuela fue donde comenzó el camino, sin embargo, quien puso el nombre al proyecto fue la finca de O PANDO. Casi dos hectáreas con predominio de Godello Vello dispuesto en espaldera con mas de 35 años (primeras viñas plantadas con esta disposición de cultivo en la comarca de Valdeorras). Los paisanos, poco creyentes en los milagros a esta altura de la vida, le decían que no pierda tiempo, que esa finca ya estaba PERDIDA. Podríamos decir que O PANDO fue el génesis de lo que les estoy contando.

En su bodega, pequeñita y lentamente restaurada, solo entra uva, madera usada y barro.

No utiliza levaduras industriales, tiene claro que solo el ADN del viñedo se embotella. Las fermentaciones a veces son largas, y sufre más de la cuenta, pero hace pié de cuba en las viñas para acelerar la fermentación, evitar oxidaciones y favorecer la pronta producción de sulfuroso natural producto de la propia fermentación. Los tintos fermentan en vasija de barro (es otra forma de acercarse a la tierra). No se controla temperatura y los bazuqueos son los mínimos. Luego a barricas de roble francés, muy usadas, hasta que el vino esté listo. Cuando está listo? Cuando le parece... unos 10 meses más o menos. Depende la uva y la barrica. Prueba casi a diario.

Los blancos previamente se maceran 72 hs con los hollejos (un estilo de vinificación tradicional muy utilizado en Italia. Su color naranja viene de ahí), se prensan y fermentan en barricas abiertas. Luego, a barricas usadas hasta que se haga el vino. Para evitar oxidaciones durante la crianza se inventó un artilugio de plástico, con azúcar, agua y levaduras que lo conecta con una manguerita a la barrica para incorporar CO2. “Lo atamos con alambre”, diríamos en Argentina. Efectivo y barato. No corrige acidez (el tartárico ni en fotos), no utiliza sulfuroso durante la fermentación y el mínimo al embotellar para evitar problemas en el transporte. No aplica enzimas, ni hace osmosis inversa, ni trasiega, ni microoxigena. Como dije al principio. En la bodega, solo entra uva, madera y barro (arcilla si nos ponemos más finos)… y sale vino, puro, honesto, serio.

LA PERDIDA



Solo por apuntar mis impresiones de 4 de los vinos que se pueden conseguir en el mercado, y más que nada por no dejarlos con las ganas luego de tanta palabra (las descripciones van en presente y en pasado).

Por cierto, una aclaración. Sus vinos no son sus vinos, son los vinos de sus viñas. “Nacho solo intenta no cagarla”.

LA PERDIDA Dona Branca 2014: Atractivo color cobre, dorado. Nariz sutil, sobre todo manzana (sidra, me recordaba a mi niñez) y notas muy particulares a nueces y avellanas. En boca muestra acidez media-alta. Muy franco. Filoso. Manzanas rojas frescas y frutos secos. Final levemente amargo. 11,5% Vol de alcohol. Me gustó, pero reconozco que no es para todos los paladares. Con una ensaladita de atún rojo marinado o de bacalao y salmón ahumados puede resultar incomparable!

LA PERDIDA Godello 70% - Dona Branca 2014: Mismo color, seña de identidad de los vinos de Nacho. Glicérico (hay más grado, 13,5% Vol.). Aromas que enamoran, siempre susurros, suaves. Hollejos, aromas de lagar. Miel, duraznos maduros y leves balsámicos. Boca fresca (gran acidez), filosa, pero hay más volumen y complejidad. Notas de pomelo rosado, manzanas (las mismas de antes), nuevamente frutos secos, peras en almibar, rasgos a tierra fresca. Cambió constantemente durante toda la comida, va ganando con el aire hasta que se acaba la botella. Me encantó. Al igual que su hermano anterior, no es para todos los paladares, sobre todo aquellos que están acostumbrados a los blancos industriales (casi impolutos), pero a mí me emocionó.

El otro día, hace muy poquito, lo probamos acompañando una carne de ternera a las brasas y acompañó a las mil maravillas. Casi como un tinto aguantó esa comida sin inmutarse. Mi consejo es beberlo apenas refrescado… Puro disfrute.

LA PERDIDA Garnacha Tintorera 70% - Mencía 2014: Rojo sangre venosa (con tintes violáceos) brillante, glicérico, limpio. Buff...la nariz me recordaba a todo y a su vez a nada en un vino tradicional. Más intensidad que en los blancos, pero siguen siendo suaves, como caricias. Ciruela negra (inconfundible), especias, y sobre todo notas minerales (piedras, arcilla, tierra húmeda). Es voluminoso, llena la boca, pero ya estaba casi pulido (solo llevaba 1 mes en la botella). Franco con su expresión aromática. Siguen las ciruelas negras integradas con las notas minerales, matizadas con una acidez justa para equilibrar y refrescar. Para beber por litros. Con el pulpo se comporta de vicio.

LA PERDIDA Garnacha Tintorera 70% - Sumoll 2014: Primer año que hace este vino (la 2013 no la llevaba). Le gustó tanto esta uva del Penedés que decidió hacer un corte nuevo con ella. Hay quien dice que es la Pinot Noir de Catalunya. Sigue una línea muy similar al anterior, tanto en color como en aromas, pero en este caso dominan las notas florales y las mieles. En boca entra más suave y con algo más de acidez. Tiene quizá una línea un poco más femenina (si me permiten la expresión). Llevaba más tiempo embotellado, y estaba más hecho. Por lo demás, mismo estilo y resultado. Vino de artesano, fiel a su tierra y que se bebe por litros. Más aplausos.



Leyendo el libro de Vinos Naturales en España, que escribió nuestro ciber-amigo Joan Gómez Pallarés encontré una explicación perfecta para describir los vinos de LA PERDIDA. Ante la pregunta ¿a qué huelen y saben los vinos naturales?, la respuesta es sencilla. Si está bien hecho, da igual de dónde sea, el vino natural huele y sabe a vino. Y así son los de Nacho. Saben a vino, sin historias raras.

Un camino directo al viñedo, al respeto por la tierra, las tradiciones más antiguas, a lo natural. Cuando uno bebe esos vinos, difícilmente pueda dejar de hacerlo.

Gracias por leernos,

Perdona la demora Nacho.

Salutes, Rumbovino.

4 comentarios:

  1. Recuerdo que en febrero me comentaste que ibas a buscar el vino... al final lo encontraste, y a Nacho y sus viñas... Me alegro de que te hayan gustado!!!

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    1. Efectivamente Bernardo, tu lo has dicho... No solo que lo busqué sino que lo encontré!! Eso es lo que hacen los amigos del vino.

      Gracias por el dato y por pasarte por rumbo... Abrazo y salutes!

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  2. Hola amigos!!!!
    Estoy seguro que existen miles de historias como éstas. El hombre que se conecta con su tierra, con sus viñedos y que elige un camino.
    Nacho parece haber elegido el camino largo y sinuoso, pero al fin de cuentas el que seguramente le da felicidad, tal vez eso sea de lo que va la vida, buscar y elegir lo que nos hace felices.
    Gracias por contarnos este tipo de historias que no abundan en los blogs ni en las revistas, pero que estoy seguro que debe haber miles.
    Me queda preguntar el rango de precio de los vinos que has probado???
    Abrazo y saludos!!!

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    1. Hola Ariel...un gusto leer tus comentarios como siempre.

      Compartimos con vos eso de que el camino que eligió Nacho, al igual que muchos otros como él, es el más complicado y arriesgado. Sin embargo es el más auténtico y enorgullecedor que cualquier viticultor pueda seguir. Porque, quién dijo que la vida fácil?

      Con respecto al precio de los vinos, todos cuestan lo mismo en vinoteca. Sobre los 15 o 16 euros.

      Un fuerte abrazo salutes!

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