El fenómeno de Internet ha sido sin lugar a dudas el invento más revolucionario de las últimas décadas. De modo categórico podríamos decir que, hoy por hoy quien no utiliza este medio no existe. Sin embargo quien sí lo utiliza puede comunicarse y hacerse conocer por casi todo el mundo. Sin ir más lejos, no hay más que diseñar un pequeño blog y colgarlo en una las mil opciones que existen para dar a conocer lo que uno quiera contar.
Estas páginas han sido elegidas en forma aleatoria |
Como todos, el mundo de la enología no estuvo ausente a este noble adelanto tecnológico y tal es así que no existe bodega que se precie de serlo que no cuente con una página web… A través de ella cuentan su filosofía, muestran sus productos, los métodos de elaboración y cuantas cosas más consideren oportuno. Sin embargo como siempre pasa, no todo es color de rosas y este maravilloso invento puede generar algunas dificultades si no se utiliza concienzudamente.
En muchos países, el fenómeno del enoturismo creció de la mano de las nuevas tecnologías de información y comunicación. Las bodegas ofrecen sus servicios turísticos en la web permitiendo al interesado saber qué ofrece la bodega que pretende conocer y así organizar su viaje con todas las actividades concertadas… Claro, para que esto funcione de manera tan sencilla como acá está planteado se necesitan al menos dos componentes fundamentales… por un lado el interesado en visitar la bodega (llamado enoturista) y por otro, la bodega interesada en recibirlo. Si alguno de estos dos componentes está ausente, el mundo del enoturismo no funciona…
Las muy malas experiencias que he tenido con numerosas bodegas españolas me han motivado a escribir esta reflexión y sugerencia. En estos casi dos meses que he estado en la península ibérica he escrito no menos de 30 e-mails a no menos de 30 bodegas que me interesaba visitar. Lo concreto es que de todos los correos electrónicos enviados solo he recibido respuesta, digo sólo respuesta, de cuatro o cinco bodegas y de las demás nunca supe nada. Los aficionados al mundo de la enología nos movemos por pasión y sentimientos, y me consta que muchas bodegas además de hacer negocios también lo viven así. Por eso quienes no entiendan lo importante que es la pasión y los sentidos, pueden plantearse cambiar de rubro porque no entiendo qué hacen en este.
Desde mi posición en este pequeño blog (aprovechando los adelantos tecnológicos) y como aficionado al mundo del vino que soy, considero que aquellas bodegas que publican libremente y sin ninguna obligación (imagino que ninguna estará obligada a hacerlo) una dirección de correo electrónico de contacto tiene, al menos la obligación moral de dedicar unos minutos para revisar y contestar adecuadamente las consultas, ya que creo no son consientes de la imagen negativa que este silencio les significa. En mi caso, estas bodegas integran la lista de las que ya no me interesa visitar y mucho menos comprar sus vinos, que en definitiva es a lo que todas aspiran, que su producto se venda.
Me gustaría aclarar que esto no es exclusividad de las bodegas españolas, lamentablemente me ha pasado lo mismo con muchas de Argentina y Uruguay. Este artículo no generaliza las bodegas, como dice el dicho “a quien le quede el saco que se lo ponga”.
Andrés, MarcacciniRUMBOVINO
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