Un blog de vinos por aficionados, para aficionados. Mas que un blog, nuestro cuaderno de notas.



13 agosto, 2015

Los ´90, mi viejo, el vino y la bendita crisis

Los finales de la década del noventa y principios del nuevo siglo, en Argentina, fueron una mierda. Al menos en algunos aspectos socio-políticos del país, y en mi familia no fuimos la excepción. Por aquellos años Carloncho había entregado el país a los mejores postores, dejándonos con el culo al aire pero con una sensación de que podíamos ser dueños de lo que quisiésemos. Recuerdo ese tiempo porque junto a un nuevo gobierno al que le escaseaban las ideas, empezó además a escasear el trabajo. Y entre los muchos argentos que perdieron su laburo se encontraba mi viejo. Por suerte el destino no quiso ensañarse tanto con un tipo ya grande, y le tiró una última buena mano que le permitió ganarse la vida de cobrador, que lo mantuvo ocupado y feliz en cuerpo y alma hasta el día de su jubilación. En aquella época, mi vieja, aún la tengo grabada en la retina, para ayudar a sostener el rancho, hacía milanesas de soja que intercambiaba en el club del trueque por otras cosas necesarias para la casa. Entre unos y otros la cosa iba pa´lante y hasta nos permitíamos algunos pequeños lujos. Y fue justamente en aquellos años, de tira y afloja, donde tuve mi primer acercamiento al mundo del vino. Y fue de la mano de mi viejo. Aunque reconozco que no fui muy consciente de eso, hasta ahora.

Yo llevaba recibido de veterinario muy poquito, ya era docente de histología en la Facultad, pero con un cargo de ayudante dedicación simple el sueldo no me permitía siquiera pagarme el alquiler de la casa que compartía. A mí también las milanesas de soja, que vendía a los amigos, me dejaban unos mangos para poder pelearla. Pero entre tanta cosa jodida, los viernes por la tarde me acercaba un aire de frescura. Me tomaba el “venado” en la puerta de la facultad y partía a casa. Caminaba casi una hora desde la terminal y llegaba al nido casi de noche. Recién aterrizado, siempre me esperaba un asado flaco hecho a la parrilla eléctrica, que me sabía a gloria y regocijo infinito. Sin embargo, el momento especial, el que mejor recuerdo y me trae hoy hasta estas letras, era la tardecita del sábado. Nunca faltaban los sanguchitos de miga o las empanadas caseras para la cena. Y para acompañar esos majares nada sabía mejor que un tinto argentino. Religiosamente todos los sábados a la nochecita íbamos con mi viejo a un super que estaba frente a la Plaza San Martín y, además de otras cosas para la casa, nos pasábamos un buen rato eligiendo el vino. Yo creo que mi viejo fingía que buscaba, cuando en realidad el honor de escoger el líquido me de lo dejaba a mí. Ni yo ni él teníamos ni idea de vinos en aquella época, pero había algo casi mágico en esa acción. No daba igual llevar cualquier cosa, había que elegir bien. El presupuesto no era alto, pero las etiquetas más atractivas (para lo poco atrevidas que eran en ese momento) solían inclinar la balanza. También los nombres imponían. Cuántas veces he mirado babeando los Navarro Correas imposibles a nuestro bolsillo. Vino de culto si los hubo en Argentina. 

Haciendo memoria, recuerdo algunas de las etiquetas que he bebido. No son muchas, pero me vienen a la mente la caramañola de San Felipe, el Point Leveque, el Don Valentin Lacrado, el Chateau Vieux, el Etchart Privado (único blanco que me gustaba) y muchos otros que se evaporaron de mi memoria hace tiempo como tantas otras cosas… Cada vez un vino diferente (hasta ahora lo sigo haciendo), casi siempre tinto, y siempre con mi viejo de cómplice.

Han pasado más de 15 años y aún recuerdo cada cena de sábado. El sentarme a la mesa a degustar la buena comida y esos primeros vinos catados con “el gordo” (aunque hasta el día de hoy no bebe más de dos tragos porque dice que le hace temblar las piernas), como uno de los momentos más felices y que más disfruté durante toda mi vida.

Quizá la distancia, quizá la nostalgia, quien sabe… Salute viejito!



12 comentarios:

  1. Hermoso y muy emotivo post, me sentí identificada en tantas partes... aquellos '90... las milanesas de soja... los viejos que perdían el laburo... la incertidumbre... en mi caso, mi vieja me sugirió que vendiera Avon para costearme el viaje a Bariloche, y así lo hacía religiosamente! Un saludo desde Argentina, de una que volvió, pero que siempre tiene las maletas listas!

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    1. Hola maguita, qué decirte más que gracias.

      Bariloche lo podía todo... yo vendía dulce de leche casero, pero la crisi en ese momento se veía de lejos.

      Leí tu historia en el blog... Me alegra saber que estás feliz en Argentina, pero me encanta que sigas con la maleta lista...

      Salutes y hasta más historias...

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  2. Los noventas, qué temita. Está muy bueno que de eso rescates tu buena historia con el Vino, porque además, todos siempre tenemos algo bueno de las malas épocas.

    Pero como olvidarse de Carlo y Mingo y su 1 a 1, esos espejitos de colores que hipnotizaron a las mayorías. Como lograron imponer el concepto de la estabilidad a la del desarrollo o crecimiento.
    Evidentemente hemos sido muy castigados por muchas cosas, creo que solo falta la guerra civil (declarada).

    Se enriquecieron unos cuantos, como nunca! Qué brutal transfererncia de guita. Hacia afuera, pero también internamente.
    Cómo pisotearon lo nacional, el Estado. Evidentemente no había anclaje en que lo público es nuestro, es de todos.
    Una etapa en que triunfo socialmente el egoísmo, el sálvese quien pueda. En que se sepultó o tapó la conciencia social.

    Solo espero que la mayoría de los que lo vivimos, hayamos aprendido de la experiencia, porque lamentablemente, la historia siempre vuelve, siempre se trata de repetir... Tenemos los 3 principales candidatos a presidente muy relacionados con los 90's. Se forjaron ahí y hasta a uno le gustaron mucho y trata de revivirlos a su manera.

    Ojalá que queden anclados para siempre y se reniegue de ellos.

    Al revés de los buenos recuerdos, que vuelvan siempre, para sacarnos una sonrisa y alegrarnos el día.

    Abrazo a ambos!

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    1. Hola Adrián querido... Intenté no entrar demasiado profundo en esa mala época para no mezclar la idea del escrito. Siempre pienso en que los que vivimos aquella época, algunos por mal (la mayor parte) otros por bien, estamos obligados a no olvidarla.

      Yo tengo posición política e ideológica tomada hace mucho tiempo...Y en gran parte tiene que ver con esa época. Pero no voy a decir mucho más...Solo que no me gustaría que eso se repita!

      Abrazo grande desde Galicia amigo,

      Salutes!

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  3. El día que se escriba el libro de los 90 en Argentina debería contarse desde este lugar. Mi vieja también iba a los trueques para que nos alcance el mango y ¡cuántos vecinos (trabajadores de toda la vida) vi que terminaron cartoneando!
    Pero de toda esa miseria vivida creo que siempre rescatamos el candor de la familia.

    Abrazo

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    1. Como vos decís querido Ariel... poco que agregar!

      Gracias por comentar y a luchar desde donde nos toca por no repetir la historia.

      Abrazo grande desde Galicia y salutes!

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  4. Sin mezclar la política en la q saben que coincidimos con la visión de los 90 y muchos turros q ahora se reinventaron; me quedo con lo que cuentas desde la necesidad y el sacrificio de los viejos y las familias para llevar adelante la vida en nuestro País frente a una situación muy mala.
    Gran nota Andres !!!!
    Abrazo

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    1. Muchas gracias Fabi!

      No quise hacer una nota política, fue algo que me pasó con el vino en un momento político muy malo de nuestro país, uno más de muchos malos, pero que a mí me tocó de manera especial.

      Me quedo con tu visión, que es lo que realmente vale de estas cosas...

      Abrazo grande y salute!!!

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  5. Hermoso relato Andrés, esos pequeños momentos son los que verdaderamente valen en la vida, lo demás es cartón pintado, al menos así lo veo yo.
    Los momentos de crisis son muchas veces son los que evidencian esos fuertes lazos del amor incondicional. Hemos sido afortunados de tenerlos.
    Si hubo algo drástico en 90, no fué el 1 a 1, ni la destrucción de la industria, ni el corralito.....no, lo mas doloroso fue ver como en ciertos círculos sociales se destruyó la clásica familia argentina. Por eso digo que hemos sido afortunados.
    Un gran abrazo y felicitaciones!!!
    Saludos!!!

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    1. Muchas gracias Ariel!!!

      Entiendo tu expresión y la comparto en plenitud. Hubo quienes tuvimos otra oportunidad y otros que lamentablemente no la tuvieron. Quizá la mirada de unos y otros sea diferente de esta etapa!

      Un gran abrazo gracias por acompañarnos en cada relato.

      Salutes!

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  6. Parecerá una pavada lo que les diré, pero es una vida la que uno vive, así, linda y llena de pasajes y encuentros que no se dimensionan y miden en intensidad, hasta el momento que uno va y los recuerda. Ese recuerdo tiene el calibre necesario para ser insistente ya sea s paso amargo o dulce...y da lo mismo, pero ahí está, siempre vivo.
    Qué cálido pasaje, que hermoso recuerdo, y que hermoso que esté tan vivo y lucido que pareciese uno poder vivirlo.

    Un abrazo a la distancia amigos.

    Alvaro

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    1. Muchas gracias amigazo! Y qué gusto leerte...

      Realmente cierto y comparto hasta las comas lo que apuntas... Como decía el Nano Serrat en su canción sobre los recuerdos "Pero los recuerdos
      desnudos de adornos,
      limpios de nostalgias,
      cuando solo queda
      la memoria pura,
      el olor sin rostro,
      el color sin nombre,
      sin encarnadura,
      son el esqueleto
      sobre el que construimos
      todo lo que somos,
      aquello que fuimos
      y lo que quisimos
      y no pudo ser."

      Abrazo grande que cruza el charco! Salute!

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